Canadian Pacific, el oligopolio de Norteamérica

GENTE DETRÁS DEL DINERO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Tras el visto bueno de Martin J. Oberman y de los miembros de la Junta de Transporte Terrestre de Estados Unidos a la fusión de Canadian Pacific sobre el Kansas City Southern, a los gobiernos de EU, Canadá y México —a sus respectivos congresos y agencias reguladoras—, sólo les resta apelar a la bonhomía y espíritu cívico de los accionistas de Keith Creel para que cumplan con normas de seguridad, ambientales, territoriales, de competencia económica, de relación no discriminatoria con clientes y con sus compromisos de inversión…, pues siendo “un animal tan grande” y tan íntimamente ligado al proceso nearshoring, es un suprapoder al que no será sencillo llamar a cuentas.

Y es que se trata de un trabuco que atraviesa 32 mil kilómetros de territorio del T-MEC, que conecta los centros de producción y servicios desde Vancouver hasta Toronto, pasando por los Grandes Lagos (Thunder Bay, Duluth, Milwaukee, Chicagoy Detroit), vinculado a Nueva York como capital del mundo y conectando los grandes centros industriales y de consumo de ambos países con los cruces fronterizos más activos de México —Nuevo Laredo y Matamoros— pasando por Monterrey, el puerto de Veracruz al que se une el corazón industrial de El Bajío hasta la Ciudad de México y el puerto michoacano de Lázaro Cárdenas.

De manera optimista se puede decir que se trata del Ferrocarril T-MEC, cuya eficiencia capaz de sustituir 64 mil tráileres por año y de ahorrar el envío de millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera le convierte en la herramienta definitiva para que la reubicación de inversiones asiáticas se anclen en América al reducir costes logísticos y otorguen certidumbre de abasto y suministros —ya sean autos, material de construcción o alimentos—, en un círculo virtuoso en favor de los consumidores.

Y sí…, y su relevancia es ya tan grande como para que algún político o funcionario de América del Norte ataje a Canadian Pacific-Kansas City por abusos cometidos sobre algunos clientes, el incumplimiento de normas ambientales o fiscales, transporte de mercancía ilegal, que les reclamen carencia de mantenimiento en sus rieles, cruces de caminos y almacenes.

¿Y en México? Bueno, aquí ya hicieron un gran negocio: cuando el gobierno de Ernesto Zedillo, a través del secretario de Comunicaciones y Transportes, Carlos Ruiz Sacristán, vendió las concesiones ferroviarias, Kansas City pagó el equivalente a valor presente 2,200 millones de dólares por el llamado Ferrocarril del Noreste…, y hoy, tras recuperar en sólo 16 años su inversión y con una concesión que hoy tiene 24 años de vigencia y que la firma aquí representada por Oscar del Cueto podrá prorrogar otros 50 años, vendió el tramo mexicano en 13 mil millones de dólares según estimaciones realizadas en la SCT, en la época de Jorge Arganis.

¿Quién puede marcarle el paso a Canadian Pacific-Kansas City? Sin embargo, lo menos que se necesita es un exabrupto expropiatorio de Andrés Manuel López Obrador en el ocaso de su mandato.

A Conafe le valió la Función Pública. Parece broma pesada, pero no es así: aunque la Secretaría de la Función Pública, de Roberto Salcedo, constató y resolvió en cuatro ocasiones que Impregráfica Digital incumplió los requisitos esenciales para dotar de libros a las bibliotecas públicas, la Comisión Nacional de Fomento Educativo le adjudicó a esa firma de nuevo el contrato de 40 millones de pesos apenas el miércoles pasado. O sea, que al director de Conafe, Gabriel Cámara Cervera, le vale medio pepino el combate a la corrupción —bandera de la 4T— al fomentar la ilegalidad e impunidad para asignar contratos entre los cuates. Veremos si la Fiscalía General de la República concreta las indagatorias que inició contra diversos funcionarios de esa comisión por presuntos actos delictivos…, o si el equipo de Salcedo se puso suavecito con la Cámara y el Oficial Mayor de Leticia Ramírez.

FGR no checa limpieza. Por cierto, la FGR no da puntual seguimiento a varios de sus proveedores de servicios si se considera la denuncia que la Unión Nacional Independiente de Trabajadores y Empleados de Limpieza (UNITyEL) presentó ante el director de Recursos Materiales, Javier Cervantes, de que los trabajadores de aseo no están inscritos en el IMSS. Y es que el contratista, Gott und Glück, desde el 1 de marzo pasado se hace “pato” con una obligación laboral básica, tan pato como se ha hecho con el acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente de CDMX para tratamiento de desechos.