La inversión privada y el diablo

El discurso oficial y oficialista en contra de los “intereses privados” encontró en la Reforma Constitucional en Materia Eléctrica una nueva cantera para edificar pétreos y purificadores discursos —henchidos de amor al pueblo— como los que hace en la Cámara de Diputados el morenista Ignacio Mier quien, al igual que sus correligionarios, llama a que los legisladores de oposición a que se definan ante el altar de la patria: en favor de la Comisión Federal de Electricidad, encarnación de los más divinos valores nacionales, o entregarse en el lupanar de las empresas privadas nacionales o extranjeras.

El maniqueísmo en todo su esplendor, pues. En esa narrativa, la CFE, a cargo de Manuel Bartlett, representa la energía total de la nación (y no importa que haya perdido más de 90 mil millones de pesos el año pasado, mientras que en el diabólico periodo neoliberal generaba ganancias) y por ello ningún sacrificio será suficiente para salvarle con altas tarifas de consumo; la sangría que ello haga sobre las finanzas familiares o de las empresas deberá ser considerado algo tan heroico como la inmolación de los Niños Héroes… sólo que esta vez será para cubrir costos de producción (con gas, combustóleo e hidráulico) de la CFE 58% superiores a los de las plantas privadas con energías renovables, según reporta Energía Solario que dirige Humberto Garza.

El también morenista Sergio Gutiérrez instó a los diputados de oposición a que “reflexionaran” en estos días en que se les dejó colgados hasta el Domingo de Resurrección cuando se discuta la contrarreforma eléctrica, algo así como un acto de contrición de sus pecados capitalistas.

La retórica que sataniza a la “inversión privada” es eso, no pasaría de mera pirotecnia política; sin embargo, entra la falta de apoyos a las Pymes durante el cierre provocado por la pandemia de Covid-19, el forzado etiquetado frontal en alimentos industrializados, la eliminación del outsourcing, los amagos del conflicto comercial con EU y las iniciativas energéticas entre otras acciones de la 4T, mantienen suprimida la inversión física en niveles inferiores a los del 2018. Desde octubre pasado se prometió un tercer programa de inversión público-privada, y es momento en que el CCE, ahora a cargo de Francisco Cervantes, no ve claro.

Pero sin los “malditos intereses privados”, no más no hay inversión.

Apapachan a los Chupasangre. Que para pasar un bonito puente de Semana Santa, la administración de Pedro Zenteno extendió los contratos de servicios integrados médicos al ya conocido Cártel de los Chupasangre en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado; los contratos a empresas como Centrum, de Valentín Campos; Vitalmex, de Jaime Cervantes; Impromed, de Fernando Chein, y Dicipa, de Francisco Pallak, que debiesen haber vencido a principios de este año —para dar paso a que el propio ISSSTE prestara laboratorio o cardiología de mínima invasión— se prolongaron un poquito más… al parecer a un precio más alto del que por lo mismo se paga en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Cambios ANTP, Concanaco y Canacintra. A) En la Asociación Nacional de Transporte Privado acaban de nombrar a Leonardo Gómez como presidente ejecutivo, mientras que Alex Theissen mantendrá la presidencia de la mesa directiva de este sector vital para la economía tal y como se apreció en el bloque que Greg Abbott impuso en el puente fronterizo Nuevo León-Texas. Por cierto, el compromiso que Abbott estableció con Samuel García para reabrir el puente incluye incrementar las revisiones en los tráileres en territorio nacional con rumbo a Texas; B) Especial reconocimiento a Claudia Sánchez en la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio, Servicios y Turismo —que encabeza Héctor Tejada— donde fue nombrada al frente a la nueva área de Coordinación de la Comisión de Puertos y Marina; C) La salida de Leonardo Gordon de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación es una pérdida sensible en el área de comunicación institucional que ahora está a la deriva.