Brown: la nueva magistrada

STRICTO SENSU

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La Corte Suprema estadounidense tiene una nueva integrante. El procedimiento para que Ketanji Brown Jackson se haya convertido en la primera mujer afroestadounidense en formar parte del máximo tribunal ha sido relativamente rápido. Esa rapidez, sin embargo, no significa que haya estado exento de sesgos partidistas. Una vez que el presidente Biden hiciera su nominación a fines de febrero, la siguiente fase correspondió al Senado. Aun cuando en esa cámara el partido demócrata tiene una mínima mayoría, su Comité Judicial está integrado paritariamente, ya que sus 22 miembros pertenecen en partes iguales a demócratas y republicanos.

Entre el 21 y 24 de marzo, dicho comité realizó cuatro audiencias con miras a la aprobación de Brown ante el Pleno. En las primeras tres estuvo presente la nominada, mientras que en la cuarta se recibieron testimonios externos y de la Barra de Abogados. La polarización política estuvo presente durante las comparecencias. El primer día fue un acto protocolario. Los miembros del órgano colegiado hicieron sus declaraciones iniciales y la abogada se presentó ante ellos. Los demócratas insistieron en el carácter histórico de la candidatura de Brown, al tiempo que los republicanos procuraron presentarla como una juzgadora indulgente con los criminales.

Durante los días siguientes los intercambios subieron de tono e intensidad. Los republicanos distorsionaron el sentido de algunas sentencias emitidas por Brown en casos relacionados con pornografía infantil. Ella respondió que, como juez y madre de familia, considera que esas ofensas son extremadamente graves y llamó a los legisladores a adaptar a la era digital las leyes que la prohíben. Los demócratas elogiaron sus orígenes familiares, lo que permitió a Brown referir que su trayectoria profesional hubiera sido impensable en la generación de sus abuelos. Entretanto, los republicanos inquirieron su parecer respecto a la posibilidad de aumentar el número de integrantes en la Corte Suprema (idea con cierta popularidad en círculos de pensamiento liberal), a lo que respondió que los jueces deben abstenerse de comentar sobre asuntos políticos. Cuestionada respecto a su actuación como defensora pública de los detenidos en Guantánamo, la abogada replicó que un defensor público no escoge a sus clientes, añadiendo que en Estados Unidos todos tienen derecho a un trato justo, lo que hace ejemplar a su sistema legal.

Al final de las audiencias, los miembros del comité coincidieron en considerar a Brown como una persona inteligente y poseedora de calificaciones muy sobresalientes. La polarización, sin embargo, continuó. El 4 de abril, los 22 miembros fueron incapaces de alcanzar la mayoría para nominarla ante el pleno senatorial. Acto seguido, el asunto se llevó al Pleno que acordó, por mayoría de 53 a 47 votos, votar su nominación tres días después. Así, el jueves pasado, el Senado votó en esa misma proporción (construida con 50 votos demócratas y tres republicanos), para que Brown se convirtiera en la primera afroestadounidense en formar parte del máximo tribunal. Un pequeño margen legislativo que simboliza un merecido reconocimiento a la igualdad.