Mauricio Leyva

Presidentes y guerreros

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Los vientos de la historia siempre soplan hacia el sur, no importa en qué plano de la geografía histórica nacional estemos, el resultado es el mismo. Para comprendernos, para descifrarnos o para carearnos con el lado profundo de la psicología de nuestra patria, es necesario volver la vista atrás porque de manera inevitable, casi por un conjuro del destino, los cambios sustanciales de México tienen como punto germinal aquellas regiones montañosas y selváticas de las regiones de Guerrero y de Oaxaca. No es una casualidad que prácticamente todo el siglo XIX y principios del XX, desde Vicente Guerrero y Nicolás Bravo, luego con Juan Álvarez y después con Benito Juárez y Porfirio Díaz, el Poder Ejecutivo de la Nación haya estado en manos de los surianos.

En el caso de Vicente Guerrero y de Nicolás Bravo, es bien conocida la pugna nacional de liderazgos que ambos guerrerenses sostenían, uno al frente del Rito de York y el otro al frente del Rito Escocés. En ambos casos el país fue testigo del duro enfrentamiento de los proyectos de gobierno que, a la postre, habrían de definir el rumbo de México siendo hasta la actualidad las fuerzas muchas veces polarizadas de la nación. Juan Álvarez no es el caso de excepción, por el contrario, el Veterano de la Independencia, como le llamaban, tuvo a Benito Juárez de secretario y a éste lo presentó con su ahijado Ignacio Manuel Altamirano. A la cabeza del Plan de Ayutla que derrocó a Santa Anna y que fue diseñado y planeado por él mismo, Juan Álvarez fue quien convocó a un nuevo congreso constituyente, fue él quien entró a Cuernavaca y la declaró capital de la República y fue él, luego de ser electo Presidente, el hombre que integró el mejor gabinete de la historia y aprobó por decreto presidencial la ley reformista de Benito Juárez. Su frase célebre pobre entré a la presidencia y pobre salgo de ella es el paradigma del deber ser en los funcionarios públicos.

Por ello, más allá de las filias y las fobias que puedan motivar las presencias de estos personajes del sur son de importancia capital en nuestra historia porque en sus manos estuvo el destino de México, del México imperialista y del México republicano; de las entrañas del sur surgió el Plan de Iguala y el Plan de Ayutla, disímbolos los dos, pero al final de cuentas fundacionales y elementales para los mexicanos. Por ello, la edición del libro Presidentes y guerreros publicado por el Instituto de Estudios Parlamentarios “Eduardo Neri”, del Congreso del Estado de Guerrero y el cual tuve la oportunidad de coordinar, es una lectura obligada para quienes tienen el interés de conocer el desempeño que estos próceres tuvieron en el periodo que ocuparon la Presidencia de México. El libro se conforma con tres ensayos de los connotados académicos el doctor David Cienfuegos Salgado y el doctor Jaime Salazar Adame, el primero de ellos con un ensayo sobre la Presidencia del general Juan Álvarez y el segundo, con un ensayo sobre las tres ocasiones en que el general Nicolás Bravo estuvo al frente del Poder Ejecutivo. En el caso del periodo presidencial del Gral. Vicente Guerrero, el ensayo estuvo a cargo de quien esto escribe.

El título del libro honra a los hombres que fueron presidentes y guerreros en una nación en donde los hombres se medían por las batallas libradas en el campo de batalla, por las ideas (aunque fueran opuestas) que eran capaces de concebir y defender con la razón y con la vida misma.