Mauricio Leyva

El resplandor

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En la trama de El resplandor la idea de un salvador, significó el empeoramiento de las condiciones de vida en las que se encontraban y en hallar a una persona desleal y traidora.

Mauricio Magdaleno (1906- 1986) escribió varias novelas de profundo calado social, él vivió de cerca procesos importantes de nuestro país en los cuales la transformación por consolidar instituciones se daba cuando la Revolución seguía en pie. El resplandor es una de las obras de mayor impacto y trascendencia en la literatura mexicana, es un retrato del abuso y de las condiciones en que se encuentra el campesinado mexicano.

Sus paisajes son hasta cierto punto los páramos, la aridez de un suelo roto, partido por la maldición de un destino insalvable a causa de que don Gonzalo Fuentes, primero de los Fuentes y fundador de la hacienda La Brisa, asesinara a su hija y a su prometido sobre la Piedra del Diablo a consecuencia de un enfermizo y pervertido sentimiento. Este acontecimiento quema la tierra, la marchita, se empobrece y aquello que antes era un labriego fértil se convierte en extracción de cal y de tepetate.

Otros dos lugares San Andrés de la Cal y San Felipe Tepetate son escenarios de la novela que narra la tragedia y en esa narración, el lector percibe la miseria, el abuso y el abandono. La historia contiene, también, un retrato de la diferencia de clases entre los de “arriba” y los de “abajo”. Por eso están los “amos”, los “patrones”, los “hacendados”,

los “indios” y los “campesinos”. Los dueños de la hacienda La Brisa sobreexplotan a los indígenas, quienes tenían hipotecadas las almas en aquellas listas de raya.

La sensibilidad de Mauricio Magdaleno no se limita únicamente a mostrarnos un perfil que obedece al arquetipo, sino que revela a los personajes en su dimensión humana, con virtudes y defectos, pero finalmente atados por cargas generacionales que parecen no tener forma de modificarse y si la maldición parece el detonante del pesado lastre en los habitantes y trabajadores de la hacienda, el misticismo del mundo indígena lo adereza al momento de hacernos cómplices del “mal de ojo” y otros embrujos.

Si el componente esencial es el mostrarnos la vida del campesinado indígena, resulta indisoluble la presencia de los personajes políticos y de la política en la novela. En este sentido es Saturnino Herrera, el Coyotito, quien encarna la figura redentora del destino de los indígenas y de La Brisa misma ya que, de acuerdo a la leyenda, sólo un redentor, un mesías, podría salvarlos de la tragedia y regresarles ese mundo floreciente que tanto anhelan.

Sin embargo, Saturnino Herrera, quien es hijo adoptivo de los indígenas de mayor respeto en San Andrés de la Cal y quien destaca desde muy niño por su inteligencia, sale de su terruño a formarse a la capital para tener una carrera universitaria auspiciado por un político. Al regresar como candidato a gobernador y casado con una de las herederas de los Fuentes, los otomíes del Valle del Mezquital ven cifradas sus esperanzas; no obstante, la realidad hace que se estrellen contra el muro de la desilusión porque son engañados por el político y aquel mesías se vuelve el anticristo.

Por estos componentes, el dominio de las herramientas literarias, el uso del lenguaje, el manejo de la realidad y el conocimiento profundo de la problemática social, El resplandor de Mauricio Magdaleno es una novela fundamental para leerse y resulta imposible no reflexionar sobre la vigencia de su contenido.