Mauricio Leyva

Serpico

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Me juré a mí mismo que haría cumplir la Ley. Y a quien primero tuve que enfrentarme fue a los propios policías.

Frank Serpico

El nombre de Frank Serpico no en vano es conocido por varias generaciones. Su biografía, novelada por Peter Maas, superó los más de tres millones de ejemplares en ventas. Fue un policía honesto que tuvo el valor y el coraje para denunciar la corrupción policiaca a finales de los años sesenta y no dejarse doblegar. Debido a su impacto, Serpico fue llevada al cine en 1973 por Sidney Lumet con Al Pacino como protagonista. Por su actuación el histrión ganó el Globo de Oro en 1974, el premio David di Donatello y el guion obtuvo el Writers Guild of America, esto por la contundencia de la obra literaria de Maas, el autor también del primer New York Times Bestseller.

Frank Serpico o Francesco Vincent Serpico, se editó a principios de esa época, es hijo de italianos emigrantes originarios de la Provincia de Nápoles, Campinia. Peter Maas lo describe con exactitud:

Serpico es un hombre bajo, musculoso, con pelo castaño, que le llega hasta los hombros y espesa barba. Lleva sandalias de piel, camisa blanca de áspero lino con amplias mangas, chaleco de cuero y pantalones acampanados de terciopelo oscuro. Sujeta sus pantalones con un amplio cinturón, que luce una enorme hebilla dorada que Serpico compró en un mercado de baratijas. Esmaltadas en la hebilla destacan las barbudas cabezas de dos famosos caballeros, Henry Wells y William Fargo. Entre ellos se cruzan las banderas norteamericanas con una inscripción al pie donde puede leerse Desde 1852. En la muñeca derecha lleva un brazalete de plata y en su izquierda una doble hilera de piedrecitas de cuarzo de variados colores.

Frank Serpico, a pesar de ser un barbón solitario, amante de las artes marciales, de los tejanos, del ballet y la ópera, así como un consagrado en el arte del disfraz, era el prototipo espiritual del guardián de la justicia a grado tal que, una de las principales amenazas para la policía, era el propio Serpico. Habitante del

Greenwich Village, al protagonista de la novela estructurada en diecinueve capítulos, se le conoce tendido en una cama, con un tiro en el rostro a punto de morir.

De allí parte la historia de Serpico; en una vuelta de tiempo, conocemos al italoamericano cuando tenía la edad de dieciocho años y se enlistó en el ejército. Por su incursión militar estuvo un par de años en Corea del Sur, regresó a Nueva York y después hizo pequeños trabajos de detective mientras estudiaba, finalmente se dio de alta en la policía con la esperanza de convertirse en detective.

Frank Serpico, sin embargo, descubrió la corrupción policiaca en todos los niveles e inclusive constató algunos casos graves de encubrimiento. Junto al inspector Delise, emprenderá arrestos importantes y cuando Frank Serpico, presiente una mala jugarreta decide ir al The Times a revelar lo que sabe. El artículo del diario resulta escandaloso, Frank Serpico es traído a declarar y su nombre ocupa las primeras planas.

Con ello las amenazas crecen y al final, Peter Maas nos recrea de nuevo la escena del balazo a Serpico y en ese punto une pasado y presente, quedan para el lector: Serpico en los tribunales y Serpico en la antesala del infierno. Pero ambos desenlaces, son una incógnita que sólo ha de resolverse al momento de leer esta obra basada en un hecho real, en un personaje de carne y hueso que tuvo el valor de enfrentar un sistema en una época de especial corrupción.