Subculturas, culturas y clases

FRONTERA DE PALABRAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La juventud siempre nos ocupa y nos atrae ya sea de forma activa en las calles, en sus cantos y en sus protestas o bien, en el estudio de sus planteamientos ideológicos. Blanca Calvo, investigadora reconocida, ha realizado Subcultura, culturas y clases, un análisis que amerita una lectura detenida porque es un reto en varios aspectos. Leyendo su estudio considero que la juventud tiene una lucha anterior a la posguerra aun cuando se le ubica en el activismo masivo de los años 60 y 70 con mayor acento durante Vietnam. Sin embargo, lo cierto es que hubo momentos que protagonizaron jóvenes de forma personal como Mohamed Alí quien se resistió a ir a la Segunda Guerra Mundial. La lucha racial en EU o la misma Revolución Mexicana e inclusive la resistencia en el franquismo. Ahora bien, en el análisis de Blanca Calvo existen estas consideraciones:

…Como fenómeno aparecido en el periodo de posguerra, testimonio rotundo del cambio social de la época. Visto en un principio como problema social ante el que había que tomar medidas... Habla el texto de la juventud como metáfora para el cambio social, y sobre cómo la cultura juvenil fue relacionada con la llegada de los medios de comunicación, el entretenimiento y la cultura de masas, que traía los medios de imitación y manipulación ampliamente divulgados. La juventud fue vista como una amenaza que podía “dislocar” el orden.

Dicha visión se opone a la conformación de las ambiciones modernas de las juventudes y nos invita a meditar en las clasificaciones hechas por y desde el poder de zonas económicamente dominantes y que desde una perspectiva comercial fomenta el mercado de consumo. De igual manera la opinión de que las clases sociales son divididas de acuerdo a su capacidad económica o intereses, es un tanto engañosa si comprendemos que existen muchos casos en donde la clase elitista encuentra su base en las líneas consanguíneas.

De este orden se desprenden las clasificaciones de cultura, subcultura y clase, las cuales a pesar de estar clasificadas como si fueran distintas, en realidad están vinculadas entre sí porque la cultura, es inminentemente humana; de forma natural, le concierne al ser y a lo suyo; es decir, la Cultura es lo que construye el hombre desde su humanidad, para el resto de los humanos.

Aquí hallamos que el motivo principal son los intereses como rasgo singular entre una cultura dominante y su entorno. Hoy encontramos culturas de clase conformadas a partir de las clases poderosas, aunque, dentro de la cultura dominante de una sociedad, se den intereses diferentes entre sí. En el entramado de dichos vínculos muestran su ubicación las subculturas juveniles.

La conclusión de Blanca Calvo es que varios factores históricos y sociales dieron fin al mito de una “cultura universal y juvenil” y coincido con ella en su visión del capitalismo al que define como “un sistema que se alimenta vendiendo, difuminando y pervirtiendo —todo ello— el significado y el valor de la autenticidad, buscando un beneficio en aras de un supuesto bien común”.

Es precisamente la perversión del sistema económico global, una de las causas del ocio actual en las juventudes cuyo modo de acaparamiento del fervor juvenil consiste en encausarla a las compras online en donde ellos son reducidos a un objetivo de consumo en este universo voraz en el cual el dinero ha dejado de ser un medio para convertirse en un fin.