Mónica Argamasilla

El boom latinoamericano

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El boom latinoamericano fue un movimiento literario, artístico y social que revolucionó el arte en nuestro continente durante la segunda mitad del siglo XX. El mundo entero puso los ojos en una generación de jóvenes intelectuales que estaban creando nuevas formas artísticas que se adaptaban de una manera más natural a la realidad latinoamericana.

Durante años, en América Latina se adaptaban los movimientos sociales y artísticos que se importaban de otros países, principalmente de Europa. Pintores y escritores solían educarse en el viejo continente y se empapaban de sus formas adaptándolas más tarde a una realidad más concreta con nuestra forma de pensar.

La década de los años 60 y 70 se caracterizaba por una agitación ideológica marcada por las distintas dictaduras que gobernaban con una mano autoritaria. El socialismo y la Guerra Fría se convirtieron en los referentes políticos del mundo. Una nueva generación de jóvenes quería expresar su descontento. Mentes idealistas buscaban nuevos referentes culturales y sociales.

Empapados por las vanguardias europeas (principalmente el surrealismo), una nueva generación de artistas buscaba desafiar los cánones establecidos por los movimientos vigentes en nuestra región. América Latina estaba viviendo una transformación distinta al resto del mundo, por lo que decidieron escuchar la voz del pueblo para expresarse. Había que hablar de los sentimientos, de una realidad turbulenta y cambiante: revoluciones, dictaduras, cambios estructurales en nuestra forma de pensar y ver el mundo, eran ahora la prioridad temática de los artistas. La voz del pueblo recogía un pensamiento mezclado con la superstición, la fantasía —a veces mezclada con las ideas religiosas y la propia ingenuidad de un pueblo, que a falta de educación tiene una forma propia de entender y explicar el mundo—, lo que dio pie a un movimiento que revolucionó la literatura latinoamericana, el realismo mágico.

El inicio del boom latinoamericano se establece en la década de los a los 60 con el surgimiento de obras como Rayuela, del argentino Julio Cortázar; La ciudad y los perros, del peruano Mario Vargas Llosa; La muerte de Artemio Cruz, del mexicano Carlos Fuentes, o Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez. Sus obras buscaban explicar sucesos políticos, económicos y sociales donde mezclaban relatos con hechos fantásticos e irreales. El realismo en Latinoamérica siempre estuvo mezclado con una sabiduría milenaria y popular, lo que dotaba nuestra literatura de tintes únicos. Personajes que representaban al hombre y a la mujer latinoamericana, los temas sociales, de la familia, el amor y la política tenían características propias tomadas de nuestra realidad cotidiana.

El boom latinoamericano buscó expresarse por medio de la novela y el cuento. En la novela, se introducían distintas voces narrativas y cambios de tiempo. La creatividad en cuanto a las técnicas literarias fue infinita. El mundo entero estaba pendiente de lo que los artistas de la región tenían que decir. Nunca antes nuestra literatura había sido tan admirada y galardonada en el mundo. Estábamos entrando en un periodo fecundo caracterizado por una producción editorial amplia y un crecimiento en los lectores. Los latinoamericanos se identificaban con las historias que hablaban de su propia realidad, de un modo que entendían y compartían.

Innovadores intelectuales que encontraron en la estética cultural de nuestro pueblo, una forma de hablarle al mundo. Temas nacionalistas inspiraban a los escritores, lo que fue dejando una huella y un legado en el panorama de la literatura mundial.