Mónica Argamasilla

Leer para ejercitar la memoria

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Uno de los grandes regalos que nos brinda la lectura es la capacidad de mejorar nuestra retención y memoria. Mientras leemos, además de pasar un buen rato, nuestra mente trabaja desarrollando imágenes, recreando espacios, rostros y situaciones. Esto se relaciona directamente con nuestra capacidad de concentración y almacenamiento en nuestro cerebro.

Cuando leemos, nuestros sentidos se activan, incluso cuando las descripciones llegan a ser muy detalladas, podemos aspirar olores y hasta sentir y tocar aquello que rodea a los personajes. Es increíble la capacidad que tiene un autor para evadirnos de la realidad al entrar a una dimensión desconocida donde nuestra mente es capaz de colorear y dibujar un espacio que no conocemos, o recrear alguno que esté basado en la realidad otorgándole nuestro toque personal. Somos capaces, incluso, de viajar a través del tiempo, recreando costumbres y espacios de épocas pasadas.

Hoy en día, nuestra mente está acostumbrada a la inmediatez. Las imágenes nos bombardean por todos lados, redes sociales, televisión, anuncios y, por supuesto, la red. Nuestra capacidad creativa se ve disminuida, lo mismo que nuestra capacidad de concentración. Cuando leemos, no sólo nos metemos en la historia que nos están contando, sino que nos regalamos un momento con nosotros mismos. Una cita con la imaginación al ritmo que nosotros queramos darle. No importa que tan lentos o rápidos seamos leyendo, tampoco importa si no disponemos de mucho tiempo, pero que al menos la lectura se vuelva un hábito, un momento que esté incluido en nuestra rutina diaria.

Cuando leemos, ejercitamos la memoria. Nuestra capacidad de retención se amplía. Es cierto que hay quienes después de leer dicen olvidar detalles del argumento o nombres de personajes. Un ejercicio que yo recomiendo es ir anotando aquello que nos llama la atención, desde frases hasta ideas. Incluso llega a ser muy útil llevar una bitácora de nuestras lecturas, alguna libreta donde anotemos aquello que nos dejó la lectura de determinada novela, las ideas principales, incluso una relación de personajes. De esta forma, no sólo se puede consultar posteriormente, si no que al escribirlo, nuestro cerebro lo va concientizando de otro modo, incluso funciona mejor si lo hacemos a mano.

La capacidad de imaginar y crear se estimula de forma positiva con la lectura. Podemos hacer una analogía comparando los beneficios que el ejercicio brinda a nuestro cuerpo con los que la lectura aporta a nuestra mente. Invertimos mucho en sentirnos y vernos bien, tratamos de llevar una buena alimentación y hacer ejercicio regularmente para vernos bien. Pero, ¿de qué sirve un cuerpo bonito con una mente que no se trabaja? Leer es el ejercicio para nuestro interior, para nuestro cerebro. Hacer de la lectura un hábito mejora nuestra cultura, nuestra comprensión, el lenguaje e incluso nos hace personas más empáticas, con la capacidad de mirar las situaciones desde el punto de vista del personaje, dentro de su propia realidad, en su tiempo y espacio determinado.

Leer es un pasatiempo que no sólo nos brinda diversión, leyendo se aprende, nuestra capacidad de interactuar con otros va cambiando. Tenemos más temas de conversación con sustento, pero también nos enseña a escuchar al otro, a dialogar internamente con el autor a través de sus personajes y poder así cuestionar la realidad.

Leer nos enriquece. Los seres humanos nunca dejamos de aprender. Nuestro cerebro se fortalece con la lectura. No importa el tema o el género que se lea, siempre tenemos algo nuevo que aprender. No existe un libro tan malo del cual no podamos sacar una enseñanza.

Leer nos fortalece como sociedad. La cultura nos empodera. Seamos responsables de nuestras ideas, alimentándolas con una dosis de lectura todos los días.