Ojos en el cielo, salvan vidas en la tierra

GENTE COMO UNO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Imagen: La Razón de México
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Las líneas aéreas tienen hoy en México —y en el mundo entero— mucha más responsabilidad que antes, no sólo de dar seguridad a sus pasajeros, sino de asegurarse que entre ellos no viaje la cada vez más sofisticada delincuencia organizada.

Una familia busca su vuelo en un aeropuerto, en una imagen de stock.
Una familia busca su vuelo en un aeropuerto, en una imagen de stock.Foto: Freepik

Porque esas ventanas al cielo pueden ser para muchos niños, —a los que muchos ven, pero nadie observa— la puerta de entrada al mismísimo infierno.

México es para el delito de la trata de menores, desafortunadamente un paraíso, que ha encontrado sus terrenos más fértiles en los aeropuertos de las plazas más turísticas de nuestro país.

Ciudad de México, Toluca, Estado de México y Cancún, Quintana Roo, tienen tres de los aeropuertos internacionales más importantes del país, que representan tránsito y conexión de millones de turistas al año, de todos los puntos del planeta.

Pero también son potenciales puntos de entrega y recepción de miles de niñas, niños y adolescentes que serán objeto de prostitución, pornografía y/o explotación laboral.

Niñas y niños que surcan los cielos, víctimas de un secuestro estratégicamente articulado. Abordan un avión de la mano de algún adulto que nadie cuestionará, porque un niño solo, acompañado de un adulto o varios, es normal. ¿Qué podría salir mal?…

Pero un día, en el cielo mexicano algo se movió de lugar.

El alto directivo de una aerolínea mexicana hizo un vuelo de rutina laboral, de Toluca con destino a Cancún. Durante el abordaje advirtió a 6 mujeres cuyo aspecto físico se asimilaba, en forma de vestir y maquillarse, y creaban una burbuja alrededor de una niña de 12 años.

El ejecutivo olfateó el miedo que parecía despedir la sola presencia de la niña y el comportamiento casi robótico de las 6 mujeres que la cercaban. Ahí pasaba algo.

Durante el vuelo de 2 horas 20 minutos, el hombre no perdió detalle de cada movimiento de aquella extraña célula femenina, que tenía en su poder a aquella niña.

Se dirigió a la cabina y pidió al piloto solicitar en tierra la activación de un protocolo de seguridad al aterrizar, para investigar el origen de las mujeres y de la niña.

Al arribar al aeropuerto de Cancún, una autoridad torpe —o anticipadamente coludida— parecía obstaculizar su propio operativo. Pero del interrogatorio inevitable, brotaron las evidencias que delataron el delito que se estaba cometiendo: Trata de una menor.

Hoy esa niña tiene 23 años, vive en Colombia, de donde es originaria, y está por terminar la carrera de derecho, gracias a una mirada distinta y el olfato agudo de un extraño, que se atrevió a cuestionar, denunciar y le salvó la vida.

Así, decenas, cientos de niños pueden estar volando en este mismo momento hacia un destino que no sólo les arrebatará sus sueños y su inocencia, los órganos y la vida; mientras que una organización delictiva extiende sus tentáculos.

“Desde hace 16 años nos acercamos junto con la industria de agencias de viajes, con las autoridades de los aeropuertos y con muchas comunidades, para empezar a generar algunos protocolos de detección” me dijo en entrevista José Luis Suárez, Vicepresidente de Operaciones de Volaris.

Él personalmente, desde hace 10 años coordina los esfuerzos para impedir que sus vuelos sean un arma más del negocio de la trata de niños.

“Tenemos tripulaciones valientes que lo identifican y ya tienen un entrenamiento, y autoridades responsables que nos han ayudado en muchos casos” me dijo.

Y es que en México un niño no necesita un documento oficial para volar dentro del país y eso lo hace aún más vulnerable. Por eso es importante incentivar mecanismos para que los menores puedan viajar más seguros dentro de nuestro territorio.

José Luis Suárez me mostró en su teléfono celular, un chat donde diariamente y a toda hora, recibe mensajes de alerta sobre cualquier vuelo de la empresa que dirige.

“Si se detecta un posible caso, la tripulación notifica al centro de control de operaciones, se solicita la presencia de las autoridades en el aeropuerto de destino, se identifica a la persona o al grupo de personas que puedan estar involucradas y cuando llegamos, de una manera muy discreta pero efectiva, las remitimos a las autoridades para que ellos hagan los interrogatorios y verificaciones de identidad y de relación”.

Y es que en México se ha incrementado durante la presente administración (de diciembre de 2018 a diciembre de 2023) el número de víctimas de trata en personas de 0 a 17 años, a 1,683 casos (1,268 mujeres y 415 hombres).

La Ciudad de México, el Estado de México y Quintana Roo, son precisamente las tres entidades que concentran más de la mitad de los casos identificados, de este doloroso crimen que ahora obliga a poner también los ojos en el cielo…