Mónica Garza

Amenazados también los colibríes en México

GENTE COMO UNO

Mónica Garza*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Garza
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En México pronto morirá la tradición de los mensajeros del más allá, los portadores de buena suerte y amor. Porque todo eso se cree en México que son los colibríes. Pero vivos, ¡no muertos!… y los están matando.

Son aves mágicas, que logran engañar al ojo humano, incapaz de apreciar a simple vista, sus alas brillantes y multicolores, que se mueven 90 veces por segundo y alcanzan una velocidad en picada de hasta 130 kilómetros por hora, desafiando su minúsculo tamaño, que apenas explica la grandeza de su tradición en nuestro país.

Su corazón es tan grande como su misticismo, pero a pesar de ser su músculo más fuerte, no sobrevive al mercado que amenaza su existencia y que, por supuesto, vive en la ilegalidad.

La NOM-059 (Norma Oficial Mexicana) que identifica las especies o poblaciones de flora y fauna silvestres en riesgo en la República Mexicana, prohíbe la matanza y venta de colibríes y además otorga protecciones estrictas a 20 especies y subespecies de esta ave.

De las 330 especies que son originarias de América, 58 están en México; de éstas, 9 están en peligro crítico de extinción, otras 9 se catalogan como vulnerables y 11 más ya están en peligro de desaparecer, por invasión humana a sus hábitats y ataques de felinos en las ciudades, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

En 2021 la revista científica Conservation Biology, de la Sociedad para la Biología de la Conservación, publicó una investigación que reveló que desde 2009 se han realizado pesquisas al respecto de este tema.

Ese año se documentó el hallazgo de más de 650 colibríes muertos, de venta en el Mercado de Sonora, en la Ciudad de México, la mayoría atrapados con redes y resorteras.

De acuerdo a los investigadores, en aquel entonces su precio no superaba los 100 pesos. Hoy cuestan entre 200 y 500 pesos y fácilmente puede conseguirse un ejemplar vivo —o muerto— para los célebres “amarres”.

Los pequeños cuerpos inertes de las hermosas aves, son colocados en prendas, después de haberles untado sustancias como miel o extracto de pétalos de flores, para “conjurar una conquista”, que obviamente fracasará.

Un colibrí se alimenta de una flor, en una foto de archivo.
Un colibrí se alimenta de una flor, en una foto de archivo.Foto: Cuartoscuro

Quienes se dedican a la venta ilícita de colibríes no pueden tener sólo algunos disponibles, porque aunque la esperanza de vida de estos animales es de unos 6 años, el estrés que les provoca el cautiverio la reduce a solo 3 semanas.

Eso genera una necesidad depredadora de captura, que en breve los hará desaparecer en México, ante la mirada irresponsable e indolente de las autoridades correspondientes, que hacen muy poco para detener este y otros maltratos de animales en el Mercado de Sonora, que ya parece rastro de especies en peligro de extinción.

La Ley de Protección Animal de la Ciudad de México en su artículo 25 señala que: “está prohibido vender animales vivos en mercados públicos o en todos aquellos lugares que no cumplan los supuestos del artículo 28 de la presente Ley”, que a su vez sostiene que:

“Los establecimientos dedicados a la reproducción, selección, crianza o venta de animales de compañía, deberán cumplir las disposiciones que le sean aplicables”.

En noviembre de 2021, en plena pandemia, un incendio en el Mercado de Sonora dejó al descubierto las violaciones a la ley y el maltrato del que eran víctimas decenas de especies de animales domésticos y silvestres protegidos, que sobrevivían en condiciones deplorables, desnutridos, lesionados y en hacinamiento, sólo por mencionar lo más evidente.

Uno de los casos más viralizados fue el de 34 gatos rescatados con vida del lugar, pero agonizantes por las condiciones de su cautiverio.

En aquel entonces, la recién nombrada alcaldesa de Venustiano Carranza, Evelyn Parra Álvarez presumió su compromiso de detener esta actividad, con un plan para que los locatarios cambiaran de giro. Pero no cumplió. Y sigue sin cumplir

Dos años después la actividad sigue parada en el mismo lugar y con la misma gente, impune e intocable para una autoridad cómplice y criminal, que favorece el maltrato animal.

Porque la realidad es que ni la autoridad en la alcaldía, ni la capitalina, ni la federal parecen estar preocupados de lo que en mercados como el de Sonora en la Ciudad de México, está sucediendo en materia de maltrato animal.

No les preocupa ni les ocupa el asesinato de especies protegidas, que en menos de lo que nos imaginamos, veremos desaparecer, como los colibríes…