Montserrat Salomón

Biden, el reformista

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
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Las crisis son tiempos de oportunidades. Desde hace años se ha notado un desgaste en el modelo económico y político dominante. El neoliberalismo entró en una fase de continuas crisis y de inestabilidad política. Distintas naciones a lo largo y ancho del globo cayeron presa de gobiernos populistas —de derecha y de izquierda— que aprovecharon la falta de confianza en el sistema y el sentimiento cada vez más generalizado de falta de representación política.

Con Obama, EU trató de dar un golpe de timón luego de la crisis provocada por la falta de regulación en el sector financiero, pero el Partido Republicano se aferró a sus vetustas ideas, lo bloqueó y creó el populismo que llevaría a Trump a la presidencia. Ahora Joe Biden afronta una oportunidad única de plantear un cambio radical tanto en casa como en la economía global.

Para contar con el poder y la voluntad política de iniciar un cambio de rumbo se necesita una coyuntura histórica especial. La crisis del calentamiento global y la recesión producto de la pandemia que vivimos podrían ser el escenario necesario para estos nuevos horizontes. Biden lo sabe y ya ha agitado las aguas pidiendo que los países industrializados acepten un impuesto a las grandes corporaciones, algo impensable en las últimas décadas de libre comercio y libre mercado. Sin embargo, la crisis es tal, que Biden sabe que es necesario que el Estado intervenga para lograr una recuperación rápida que permita a las personas volver a ponerse en pie.

Junto a la petición de un alza de impuestos a las grandes sociedades, Biden ha planteado un plan ambicioso de estímulos que recuerda a los planes de apoyo social posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Y no es para menos, lo que hemos vivido ha sido similar en cuanto al impacto social y económico para los ciudadanos. Sin embargo, Europa mira con preocupación y cierta timidez esta movida audaz del presidente estadounidense.

Biden se ha centrado en su relación con Europa tratando de encontrar eco a sus propuestas innovadoras. No lo culpo, sin embargo, nuevamente Estados Unidos deja de lado a Latinoamérica y no atiende los problemas que están cerca de casa. Aunque ha buscado retomar el diálogo con México para abordar la migración ilegal y se ha hablado de una probable inversión millonaria en Centroamérica, hasta ahora sólo son palabras. Además, Biden tendrá un escenario incierto con mandatarios de países clave, que están gobernados por populistas que no son de fiar a la hora de hacer compromisos estratégicos a largo plazo.

Esperemos que mientras Biden se distrae tratando de animar a Europa a cimentar un cambio de paradigma económico, la vicepresidenta Harris comprenda la importancia de desarrollar Latinoamérica para el bien de la región.