Montserrat Salomón

El dilema colombiano

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
Por:

Colombia vive días convulsos. La propuesta de una reforma tributaria fue el chispazo que llevó a la gente a las calles. Las protestas airadas y la represión policial llenaron los titulares ante la mirada del mundo. Para la población simplemente fue la gota que derramó el vaso.

El gobierno hizo cuentas y buscó sanar su economía ampliando la base de contribuyentes. Este ajuste, pequeño a nivel macroeconómico, quería evitar que la deuda externa, abultada en el país latinoamericano, creciera a niveles alarmantes y que las calificadoras rebajaran a Colombia al grado de perder la ansiada inversión extranjera. El gobierno necesitaba recursos para paliar la crisis agravada por la pandemia y buscó matar dos pájaros de un tiro al aumentar la recaudación fiscal y mantener la inversión extranjera. Todo muy bonito en el papel, pero no consideró al pueblo colombiano.

Colombia sufre del mal que aqueja a toda Latinoamérica: una desigualdad social atroz. Este fenómeno provoca una gran herida en la cohesión social y mucha desconfianza en una clase política adinerada que se mira con rencor y desconfianza desde las trincheras sociales medias y bajas. Si a este escenario sumamos una pandemia que pegó con mayor fuerza a los trabajadores informales y a los pequeños empresarios, con pocos apoyos gubernamentales por temor a disparar la deuda pública, entenderemos por qué la propuesta de una reforma fiscal —razonable desde el punto de vista macroeconómico— ha significado el punto sin retorno para la mayoría de los ciudadanos.

Las demandas sociales son claras: trabajo y calidad de vida. Sin embargo, los sueldos millonarios de los políticos, la corrupción y la falta de sensibilidad social provocan que Colombia se sienta alejada de sus gobernantes y abandonada a un futuro incierto.

El presidente Duque ya ha dado marcha atrás a su propuesta y busca plantear una alternativa en donde se aumente la contribución fiscal a las capas altas de la sociedad. Esta medida parece más acorde a la realidad actual en la que el país aún no sale de la pandemia y ya cuenta con un aumento en la pobreza de 36% al 43%. Sin embargo, una medida así tendría que pasar por reformas constitucionales serias y una limpieza que evite la corrupción.

El dilema es complicado. La sociedad exige apoyos, pero el gobierno no puede aumentar más la deuda pública por el riesgo a perder la inversión extranjera. Una reforma fiscal es necesaria. Sin embargo, cuando por décadas el gobierno ha abusado del pueblo, una petición de sacrificio como la que implicaría la reforma cae lejos del corazón del ciudadano.

Si Colombia no logra la manera de hacerse de recursos sin romper la cohesión social, corre el peligro de precipitarse a una crisis económica de grandes proporciones.