Montserrat Salomón

Migración, fronteras y elecciones

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El calor sube en la frontera entre México y Estados Unidos. La migración ha generado una guerra de declaraciones entre el gobierno de México y exponentes del Partido Republicano elevando la temperatura. Sin EU “los mexicanos estarían comiendo comida para gatos”, comentó el senador Kennedy. “Es un señor ignorante, racista”, respondió el canciller Ebrard.

La tensión viene en aumento gracias a dos factores coyunturales que se suman a la ya de por sí compleja situación del sistema migratorio estadounidense, que está roto y brilla por su ineficiencia. Por un lado, el final del llamado “Título 42” de Trump, que permitía la deportación inmediata de personas con el pretexto de la pandemia, ha traído consigo un desequilibrio en la frontera por la expectativa de miles de migrantes de tener una mayor oportunidad de cruzar y pedir asilo. Por el otro, la cercanía de las elecciones en ambos lados de la frontera hace que el tema, ya de por sí espinoso y polarizante, sea tomado como bandera electorera por parte de dos partidos que brillan por sus estrategias populistas. La confrontación entre sus figuras son oro molido de cara a la movilización del electorado, quedando las personas atrapadas en medio de este cruel juego político.

Desde el punto de vista del sistema estadounidense, bipartidista y con elecciones mayores cada dos años (legislativas – presidenciales – legislativas), la realidad es que casi todo el tiempo los políticos están en campaña o precampaña. Esto provoca que rara vez veamos un trabajo bipartidista y serio que busque atajar los temas “peligrosos” y “difíciles” desde el punto de vista electoral. Así es como no se ha tenido una reforma migratoria de calado desde el gobierno de Reagan. El sistema no funciona, todos lo saben, pero nadie está dispuesto a cargar con el costo político de tomar decisiones difíciles.

Del Partido Republicano se puede esperar una ola de insultos racistas y peticiones, con un airoso patrioterismo, de intervenciones militares al sur de la frontera. Este tono lo ha marcado Trump, con su intención de volver a la Casa Blanca. Desde la oposición es sencillo criticar los escasos resultados en un problema irresoluble bajo las presentes condiciones y cosechar los votos del enojo y el miedo. Mucho más complejo resultará encontrar su lugar en este diálogo al presidente Biden y su partido.

Biden no ha querido entrar al tema. Si bien el lento viraje demográfico que se está dando en EU hacia una nación más heterogénea hace que se vea con mejores ojos la inmigración, parece que Biden tendrá que hacer malabares entre abrir oportunidades de trabajo a los migrantes en condiciones humanitarias y demostrar una “mano dura” en el cumplimiento de la ley. Tiene las de perder.