Pedro Sánchez Rodríguez

La 4T no puede con el feminismo

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez
Pedro Sánchez Rodríguez
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Entre las muchas causas que ocupan el debate público, existe una que ha sido particularmente desestimada por el Gobierno federal: el feminismo. En los últimos años, el movimiento feminista en México se ha nutrido de un grupo activo de mujeres jóvenes que han difundido las muchas desigualdades todavía existentes y los atropellos de un mundo diseñado a ad hoc al hombre, y no a la mujer. Es notoria la incomodidad que le produce la causa feminista al Gobierno de AMLO y es evidente su incapacidad para darle la vuelta.

La Cuarta Transformación no puede con el feminismo. Le cuesta muchísimo trabajo entender sus motivos, atender sus señalamientos y sus demandas. Desde la tribuna presidencial los feminicidios y los homicidios tienen las mismas causas. Todo parte de la descomposición social del periodo neoliberal, la desintegración familiar y la pérdida de valores. La legalización del aborto no es un derecho, sino un tema que se debe someter a consulta popular. Dentro del proyecto de transformación del país, el Presidente es el único que representa al pueblo y a la sociedad, todo lo que huela a organizaciones de la sociedad civil y otros movimientos son vistos con sospecha, porque rivalizan con la concepción de su propia causa. El último cortocircuito entre la causa feminista y la Cuarta Transformación tiene que ver con el candidato a gobernador de Guerrero por Morena, Félix Salgado Macedonio.

Aun cuando desde el interior de Morena existe un grupo de mujeres que han alzado la voz en contra de la candidatura de Salgado Macedonio, por un historial documentado de violencia hacia las mujeres, la cúpula de la Cuarta Transformación ha decidido dar un paso al costado y no intervenir. Es interesante porque Mario Delgado, antes de ser presidente nacional de Morena, anunció que en el partido no se aceptarían candidaturas de personas con antecedentes comprobados o denuncias por violencia de género, pero una vez que explotó el caso, argumentó que no existe sentencia en contra del candidato, por lo que sus derechos políticos están a salvo. En efecto, Salgado Macedonio no tiene una sentencia en su contra por una denuncia de presunta violación en 2016, y otros señalamientos de mujeres por abusos sexuales, porque ha sido protegido continuamente por el fuero.

Esta discusión es relevante, sobre todo en un estado como Guerrero, en donde el alcalde de Iguala tenía antecedentes criminales y posteriormente fue señalado por la desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en 2014. Teniendo antecedentes tan graves como el anterior, el que aparezcan en las boletas electorales personajes con una ética cuestionable es preocupante porque dotarlos de poder político pone en un riesgo a las denunciantes y presuntas víctimas. Otro tema interesante, tiene que ver con la continua concepción del Gobierno de que la voluntad popular está por encima de cualquier derecho individual, aun cuando impliquen violaciones y abusos sexuales. Esto nos deja en un peligroso justo medio en donde los derechos políticos de una persona quedan a salvo por no haber una sentencia, mientras que los derechos sexuales de las víctimas quedan en suspenso y en contrarreloj, mientras se desarrolla el proceso electoral por la gubernatura de Guerrero.