Pedro Sánchez Rodríguez

ONU Bienestar

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Pedro Sánchez Rodríguez 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El Secretario General de la ONU recibe el 0.5% de lo que gana Lionel Messi al mes, que equivale al 0.5% de lo que gana Elon Musk en el mismo periodo. El PIB per cápita de México en 2020 equivale al 14% del PIB per cápita de Estados Unidos. En México, el PIB per cápita de Chiapas en 2020 equivale al 9% del de Campeche. México, como el mundo, es desigual y tiene un gran valor que el Presidente Andrés Manuel López Obrador lo diga de frente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Su consigna es clara: la corrupción es el gran mal que asola al mundo y que ha producido su gran desigualdad y su inseguridad. Su discurso es interesante, primero porque plantea las siguientes interrogantes: ¿La corrupción produce desigualdad como propuso AMLO en el Consejo de Seguridad de la ONU? O más bien, ¿la desigualdad produce la corrupción? Las correlaciones entre el IPC y el Coeficiente de Gini del Banco Mundial muestran que ambas variables se mueven de manera coordinada: a mayor corrupción, mayor desigualdad. Pero, ¿cuál produce la otra? Jeffrey Sachs, economista de Harvard, analiza que la corrupción es una “trampa de la pobreza”, la pobreza genera corrupción y la corrupción genera pobreza.

La segunda interrogante que surge del discurso de AMLO es saber si la desigualdad, asumiendo que es producida por la corrupción, genera mayor violencia. Diversos estudios han mostrado la correlación entre ambas variables, encontrando que es positiva, por lo que entre mayor desigualdad existe, se aprecia mayor violencia. Pero a su vez, esta correlación no demuestra si es la desigualdad la que produce la violencia o que es la violencia la que produce la desigualdad. A principios del siglo, el mundo experimentó una caída en el número de homicidios en 50%, salvo en América Latina que, dicho sea de paso, experimentó un crecimiento económico y reducciones importantes en la pobreza. La misma paradoja podría decirse con respecto a que las transiciones democráticas incrementaron la violencia en la región. La explicación es, por supuesto, multifactorial. 

La tercera interrogante tiene que ver con la propuesta del Presidente de implementar las políticas de su Gobierno a nivel global, algo así como una  ONU para el Bienestar. La pregunta es si los programas sociales de transferencias directas sin intermediarios, como organizaciones de la sociedad civil, tienen un impacto en reducir la pobreza. Una respuesta la dio Peter Bauer en 1970, al afirmar que aun cuando las políticas sociales tienen las mejores intenciones, pueden tener incluso un impacto negativo si no se llevan de manera adecuada. En corto: en muchos países las cosas suelen salir mal cuando el gobierno se mete. Aunque aún es pronto para medir los resultados de los programas de AMLO, parece que estaremos frente a otra paradoja: aun cuando incrementa el número de beneficiarios de programas sociales, la pobreza tiende a incrementar.