Rafael Rojas

Fidel regresa a Moscú

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

Los presidentes de Cuba y Rusia, Miguel Diaz-Canel Bermudez y Vladimir Putin, durante la ceremonia de develación de la estatua de Fidel Castro, en Moscú.*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Los presidentes de Cuba y Rusia, Miguel Diaz-Canel Bermudez y Vladimir Putin, durante la ceremonia de develación de la estatua de Fidel Castro, en Moscú.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
Foto: AP
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Una gigantesca estatua de Fidel Castro, de más de tres metros, fue develada hace unos días en Sokol, el distrito administrativo de Moscú. Es un Fidel verdeolivo, con tabaco en la mano derecha y boina ladeada, como el de los días de Playa Girón o la Crisis de los Misiles. No el Fidel de gorra con visera de la Sierra Maestra y la mayor parte de su largo gobierno, de casi cincuenta años. Mucho menos el Fidel en traje de gala, que tantas veces caminó las alfombras del Kremlin durante la Guerra Fría. 

Tal vez no haya otro estadista latinoamericano con más visitas a Moscú, que Fidel Castro, entre los años 60 y 90 del siglo pasado. Haciendo un recorrido rápido e impreciso, podría afirmarse que viajó a la capital soviética en mayo de 1963, en enero de 1964, en julio de 1972, en febrero y abril de 1976, en febrero de 1981, en febrero de 1984, en febrero y noviembre de 1986 y en noviembre de 1987.

Algunos de aquellos viajes en febrero eran con motivo de las conferencias mundiales de partidos comunistas, que encabezaba el PCUS, mientras que los de noviembre eran por aniversarios de la Revolución bolchevique. Raúl Castro, que viajó tanto o más que su hermano a la URSS, en aquella época, es quien ha propiciado la rearticulación de vínculos con la Rusia de Vladimir Putin después del colapso soviético. Sus últimas visitas a Moscú como jefe de Estado fueron en 2009, 2012 y 2015, en medio del deshielo con Estados Unidos.

El viaje a Moscú de Miguel Díaz-Canel a Rusia es el segundo como presidente de la isla —ya lo hizo en 2018—. Pero éste se produce en medio de la invasión rusa contra Ucrania y de una intensificación de los bombardeos de misiles contra las regiones recién anexadas por Moscú, en Donetsk, Lugansk, Jersón, y Zaporiyia. En su mensaje oficial, al lado de Putin, Díaz-Canel suscribió al pie de la letra la narrativa de Moscú de que la guerra fue provocada por la OTAN y Estados Unidos y que Rusia no hace más que defenderse, invadiendo Ucrania y anexando sus territorios.

En otro momento del mensaje, el presidente cubano dijo que las sanciones que sufren Rusia y Cuba tienen su origen y su aplicación en un “mismo enemigo, el imperio yanqui”. Tanto el término “enemigo”, que se evita en el lenguaje diplomático cubano, especialmente, cuando hay en curso un proceso de flexibilización de vínculos con Estados Unidos, como el respaldo explícito a la invasión rusa de Ucrania, desmienten los múltiples esfuerzos de burócratas, académicos e ideólogos de la isla que, en el último año, han querido presentar la posición cubana como “neutral” o partidaria de la soberanía ucraniana.

La gira incluye Argelia, Turquía y China, tres países que, como Rusia, sostienen relaciones tensas con la Unión Europea y Estados Unidos, pero que adoptan diversos acentos frente a la invasión rusa de Ucrania. Argelia ha llegado a compartir maniobras militares con Rusia, mientras Turquía y China han llamado a poner fin a la invasión, aunque se oponen a las sanciones de Occidente contra Moscú.

La gira parece inspirada en los manuales de geopolítica de la Guerra Fría. En aquellos años, Fidel Castro también recorría países africanos, asiáticos y del Medio Oriente, empezando o terminando en Moscú, donde reafirmaba el respaldo del Tercer Mundo a la URSS. La política exterior cubana, que durante el último gobierno de Raúl Castro dio leves señales de suavización de aquel geopoliticismo, cuyas últimas variantes hoy se resienten en Venezuela y Nicaragua, vuelve por los fueros de una bipolaridad trasnochada.

El paso de Díaz-Canel por Argelia, Turquía y, sobre todo, China, no carece de interés para una política exterior volcada a la multipolaridad del siglo XXI y puesta en función del comercio y las inversiones. Sin embargo, la suscripción por parte del mandatario cubano de la doctrina del expansionismo ruso en Ucrania empaña todo el periplo y sintoniza la postura de La Habana con la línea antieuropea y antiestadounidense de Moscú.