Rafael Rojas

Hegemonías y fisuras

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Con la llegada al poder de nuevos proyectos de izquierda en América Latina, se intensifica el debate sobre las diferencias entre esta oleada y la anterior, hegemonizada, en buena medida, por el chavismo. Tanto a nivel doméstico como internacional, las diferencias son perceptibles: control del reeleccionismo, preservación del marco interamericano, estabilidad macroeconómica…

A esas diferencias tal vez haya que agregar otra, relacionada con la distinta proyección pública de los respectivos bloques hegemónicos. En tiempos de Fidel y Chávez, Evo y Correa, no era tan común que un partido gobernante de la izquierda latinoamericana mostrara abiertamente sus fisuras. El líder y la propia cúpula partidista imponían un posicionamiento único que la mayoría acataba.

En México y Argentina, por ejemplo, estamos viendo dos experiencias de gobierno en las que el bloque hegemónico ventila sus diferencias. Aquí, una sucesión presidencial adelantada ha provocado todo tipo de fricciones entre las bases de Morena, partidarias de uno u otro precandidato. Las fricciones también se han manifestado en la relación entre la cúpula dirigente del partido, los equipos de cada contendiente, las bancadas legislativas de Morena en la Cámara y el Senado, y en los gobiernos estatales de la coalición gobernante.

En Argentina, hemos visto algunas escenas recientes, en las que el bloque hegemónico muestra sus fisuras. Tras los resultados adversos en las pasadas elecciones legislativas, cinco ministros kirchneristas renunciaron al gabinete que encabeza Alberto Fernández. No sólo eso, la propia vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, envió una carta pública al presidente, en la que llamaba a evitar las “políticas de ajuste” y a “honrar” la alianza entre kirchneristas y peronistas de diversas orientaciones.

En días pasados, trascendió que Máximo Kirchner, líder de los diputados del Frente de Todos en el congreso argentino, renunció a la jefatura del grupo parlamentario, en rechazo al acuerdo alcanzado entre el gobierno de Alberto Fernández y el Fondo Monetario Internacional, con el fin de renegociar la cuantiosa deuda del país. La deuda contraída por el gobierno de Mauricio Macri, en 2018, asciende a más de 44 mil millones de dólares, pero para la izquierda argentina, cualquier trato con el FMI remite a la popular anulación del pago decretada por el gobierno de Néstor Kirchner en 2006.

Como siempre sucede en las izquierdas latinoamericanas, en estas crisis internas, los gestos y los símbolos pesan más que las posiciones y las realidades. En México, la sucesión adelantada está siendo controlada por el Presidente de la República, no por el partido gobernante. Y en Argentina, la pugna por el acuerdo con el FMI también se inscribe en un escenario de sucesión, en vista de las elecciones presidenciales de 2023. Las fisuras públicas son rituales de una lucha por el poder, invisible en el viejo autoritarismo chavista.