Rafael Rojas

La sombra golpista en Brasil

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El presidente Jair Bolsonaro ha decidido convertir su reelección en el centro de la política brasileña. Se trata de una muestra más de la poderosa tentación de la autocracia que invade la política latinoamericana, en todo su espectro. Lo mismo en la izquierda que en la derecha, vemos aparecer líderes que, otra vez, como en los tiempos del caudillismo decimonónico o de las dictaduras del siglo XX, se sienten supremos e insustituibles.

Las elecciones en Brasil están previstas para octubre de 2022. Falta más de un año para la contienda y ya Bolsonaro está instalado en el evento. El presidente fabrica noticias falsas, incorpora militares a la burocracia, aumenta el gasto de defensa, organiza paradas marciales, protestas callejeras y lanza una campaña contra la autoridad electoral y el método de conteo electrónico, con el fin de evitar que los “comunistas” regresen al gobierno dentro de un año.

Todo, desde la percepción de los gobiernos del PT como “comunistas” hasta la apología del régimen militar instaurado en 1964, suena a golpismo en esta campaña de Bolsonaro. Como Donald Trump en su momento, el presidente brasileño ha dicho que de no regresar al voto impreso, las elecciones de 2022 serán fraudulentas y el gobierno electo, ilegítimo. La oposición al sistema electoral forma parte de una visión profundamente negativa de la transición democrática brasileña, que Bolsonaro comparte con la extrema derecha del país y, también, con algunos sectores de la izquierda radical.

Dado que tanto el líder de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, como el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Luis Roberto Barroso, han mostrado rechazo al cambio en el sistema de conteo de votos, las presiones desde el gobierno no se han hecho esperar. Varios medios han denunciado que el Ministro de Defensa, Walter Braga Netto, habría amenazado a esos funcionarios con suspender las elecciones, aunque Lira y Barroso lo han negado.

Braga Netto es uno de los seis mil militares que Bolsonaro ha incluido en su gobierno. A pesar de su investidura, el ministro ha sido convocado al congreso para que aclare los rumores sobre amenazas y presiones a funcionarios públicos. El propio Bolsonaro también ha sido acusado ante el Tribunal Supremo Electoral por 11 delitos que incluyen calumnia, difamación, incitación al crimen y asociación criminal. Según Barroso, presidente del órgano electoral, Bolsonaro gobierna como si todavía fuese un líder opositor.

A pesar de toda la fanfarria del presidente, el 5 de agosto pasado la Cámara de Diputados rechazó por 23 votos contra 11, la propuesta oficial de regresar al voto impreso. Pero luego de la derrota, Bolsonaro continuó sus arengas contra el sistema electoral brasileño, creando dudas sobre su veracidad. En medio del choque con jueces, diputados y funcionarios electorales, se supo que su hijo Eduardo se reunió con Trump en Nueva York, y lo invitó a una cumbre de partidos conservadores brasileños.