Rafael Solano

Cambian condiciones de la oposición

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Solano 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Las condiciones de la oposición han cambiado. Las elecciones 2021 se trataron de cerrar el paso a una posible reelección de López Obrador a través de los diputados, lo que exigió un esfuerzo extraordinario de los electores dándole “utilidad” a su voto en aras de no ampliar el mandato presidencial. Esto se cumplió, pero también, ya se acabó.

Los investigadores Bárcena y Téllez del ITESM, han expuesto científicamente que la dinámica predominante de la coalición opositora respondió a no perder diputaciones uninominales que sus partidos consiguieron en 2018, es decir, una estrategia más defensiva que ofensiva. Esto colateralmente, derivó en derrota en elecciones a gobernador en que se presentó la alianza.

Respecto al congreso, 22 por ciento de los distritos ganados por la oposición están en la Ciudad de México, donde, en un ambiente de coyuntura, “Va por México” se llevó una votación de 45 por ciento; sin embargo, las encuestas poselectorales de septiembre reflejan que la coalición se topa en 32 por ciento frente a la siguiente elección; esto sucede inmediatamente después de los comicios, lo que permite aproximar que el electorado capitalino se mantendrá volátil. Desafortunadamente, las primeras imágenes de los nuevos gobiernos locales nos retratan a los viejos partidos departiendo entre excesos a costa del poder público, lo que, claramente, no es parte del mandato otorgado por los capitalinos.

La narrativa de voto útil contra Morena, en adelante ya no será eficiente; las encuestas reflejan que la opinión pública ya se movió de ese supuesto, mientras las elites de “Va por México” han decidido caminar a manera de polizones (Free Riders) de la coyuntura -como se conoce en la Ciencia Política- estirando la liga de sus conductas y actitudes en lo poselectoral: el PRI por medio de su alianza legislativa con el gobierno y el PAN con un proceso interno que los competidores calificaron de antidemocrático. Sus dirigencias celebran el resultado electoral mirándose al ombligo, mientras la tan exigida “renovación ciudadana” de sus instituciones, simplemente, no llegó.

Los comicios de 2024 tratarán de otra cosa. Difícilmente el establishment opositor se podrá colgar nuevamente de la utilidad del voto; mientras, los temas que hasta ahora se perfilan en las encuestas de ambiente político son: resultados y renovación; mismos, que no son claros en la oferta aliancista.

Hay que considerar que antes de la gran elección, hay que pasar por 2022 y 2023. El próximo año se juegan 6 gubernaturas, y el primer proxi es el resultado de la elección a diputados federales, en donde, salvo en Aguascalientes, a la coalición no le fue bien.

A la luz de los resultados, la estrategia defensiva de VPM, no dio rendimientos efectivos en ejecutivos estatales; la alianza legislativa PRI-Morena tampoco le abona a la coalición; esto, si bien a priori, beneficia a Morena electoralmente, también abre las posibilidades a proyectos dispuestos a desafiar a los tradicionales con campañas competitivas y disruptivas, lo que ya sucedió en Nuevo León y Campeche este año. Existen factores comprobados científicamente, de orden socioeconómico, institucional y político, para anticipar que en alguna o algunas gubernaturas próximas se pueden presentar nuevas opciones que desafíen a los tradicionales con capacidad efectiva de ganar. Por tanto, se puede establecer que las condiciones de la oposición, han cambiado.