Rodrigo López San Martín

Cambio de estrategia: de la división a la unidad

ES LA ESTRATEGIA...

Rodrigo López San Martín*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rodrigo López San Martín
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Durante la primera mitad del sexenio, el presidente Andrés Manuel López Obrador pareció seguir una estrategia que buscaba dividir a la oposición. Aprovechar las muchas diferencias y rencillas históricas entre PRI y PAN para evitar su unidad.

A pesar de ello, en 2021, ambos partidos llegaron a un acuerdo, junto al PRD, para construir una alianza electoral que, tras las elecciones intermedias, se convirtió en un bloque legislativo.

El último mes, López Obrador parece haber cambiado de idea.

Tras los resultados de la Consulta de Revocación de Mandato, en la que por el simple capricho presidencial participaron 17 millones de ciudadanos, la oposición necesitaba un tanque de oxígeno. Y AMLO se los dio.

Empeñándose en llevar a votación su propuesta de Reforma Eléctrica, le regaló el primer triunfo del sexenio a la oposición. Hoy, PAN, PRI y PRD pueden regresar con sus electores a decirles que, esa extraña alianza por la que pidieron votar, tuvo sentido.

Y tras ese primer revés, el presidente anunció que enviaría dos reformas constitucionales más, las que requieren de votos opositores para aprobarse, al Congreso de la Unión: una electoral y una a la Guardia Nacional.

De entrada, parece que ambas reformas están condenadas a repetir la misma historia de la eléctrica y ser rechazadas por la oposición.

¿Por qué se empeña el presidente en enviarlas?

Quizá la respuesta la podamos encontrar analizando los resultados electorales de la Ciudad de México en 2021.

AMLO puso a prueba el bloque opositor con la Reforma Eléctrica. Las presiones, principalmente sobre el PRI, estuvieron a tope. Y la alianza resistió. Hoy, parece lo más probable que se mantengan unidos hacia 2024.

Con esta premisa, AMLO parece creer que, dividiendo al electorado en dos, su mitad le alcanza para mantener la presidencia de la República. Siempre y cuando sea la mitad más motivada a participar.

En la CDMX, es difícil asegurar que existan más simpatías por la oposición que por AMLO. ¿Cómo ganó entonces la oposición la mitad de las alcaldías?

Simple, a pesar de que ganaron las secciones electorales que ya esperaban ganar y perdieron las que ya tenían en esa estimación, la diferencia estuvo en que, en sus secciones ganadoras, la participación se desbordó; y en las secciones ganadoras de Morena, se quedó corta.

De alguna manera, la oposición en la Ciudad logró hacer sentir necesarios a sus seguidores, transmitirles ese sentido de urgencia o riesgo, que provocó que miles hicieran filas hasta de horas, para votar por quien fuera el candidato opositor.

En esta narrativa de reformas constitucionales que le permita a la oposición triunfos, AMLO busca despertar a los suyos, hacerlos sentir necesarios. Que su participación y voto son decisivos.

En pocas palabras, que en 2024 no le pase lo mismo que en la Ciudad de México en 2021, donde muchos de sus operadores y seguidores no participaron porque preveían un triunfo cómodo.

Pero es una jugada de muy alto riesgo. Porque en este camino la oposición podrá no sólo consolidarse como bloque, sino comunicarle triunfos a su público y motivarlos también.

Así, 2024 no se debe leer en las encuestas de aprobación presidencial. Sino en las de probabilidad de participación.