Rodrigo López San Martín

Las Fuerzas Armadas al centro de 2024

ES LA ESTRATEGIA...

Rodrigo López San Martín*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rodrigo López San Martín
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

En días pasados, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional el pase de la Guardia Nacional a la Secretaría de Defensa Nacional.

Para los opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador, hubo motivos para festejar. Una Corte independiente, al menos ocho de sus once integrantes, a la voluntad presidencial, es algo para festejar en estos momentos.

Pero para AMLO y los suyos, fue el inicio de una nueva batalla, discursiva, con miras a 2024: la presencia de las fuerzas armadas en las calles.

Nadie duda que el escenario ideal es el de un modelo policial fuerte, en el que las corporaciones locales y municipales tengan la capacidad y herramientas para generar confianza en la población y encargarse de la seguridad pública. Como debería de ser.

Pero la realidad es otra. En decenas de entidades federativas, el Ejército y la Marina son las únicas instituciones que generan confianza en los ciudadanos. Esto, lo sabe López Obrador.

Por eso, tras el revés en la Corte, anunció que, en septiembre de 2024, es decir, pasada la elección presidencial y legislativa, volverá a mandar la reforma constitucional al Congreso de la Unión. En su anuncio, hizo énfasis en que espera contar con la mayoría legislativa, tras el proceso electoral, que le permita que su reforma sea aprobada.

Con eso, queda claro que más allá de cambios o ajustes jurídicos con los que vuelva a intentarlo, su verdadero propósito estará en poner la presencia de las fuerzas armadas al centro del debate durante las campañas presidenciales.

Para él, será una dicotomía sencilla: Morena quiere mantener al Ejército y la Marina en las calles; la oposición, los quiere de vuelta en los cuarteles, dejando a la población en la indefensión.

Evidentemente el debate es mucho más profundo que eso. Y justamente ese será el reto de la oposición.

Quien resulte candidato opositor, deberá articular un discurso y una propuesta congruente con las posturas de los partidos que lo postulen, pero que al mismo tiempo de certeza y tranquilidad a una ciudadanía que no confía en sus policías.

Así, más que festejar el rechazo de la Suprema Corte a la iniciativa presidencial, a la oposición le llegó el momento de presentar alternativas programáticas confiables y fáciles de digerir, que le hagan contrapeso a los términos del debate que buscará establecer Morena al centro de las elecciones.