Trump: la víctima perfecta

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La noche del martes 8 de noviembre de 2016 parece lejana en nuestra memoria. No lo es. El inesperado triunfo de Donald Trump fue el inicio de una cadena de despropósitos, retos al orden constitucional, a las formas políticas y a los medios de comunicación.

Más allá de las divergencias políticas o los enfoques específicos sobre las soluciones a las crisis de gobierno, la presidencia de Donald Trump ha estado marcada por una laxa comprensión de las responsabilidades que conlleva la Oficina Oval.

Trump “gobernó” a tuitazos; despidió a colaboradores de alto nivel, atacó a presidentes y desestimó a la prensa. La investigación de Robert Mueller y la injerencia de Rusia en las elecciones no alcanzó para fincar cargos, tampoco los señalamientos de nepotismo.

Pero, la tarde de ayer, el fantasma de los pagos irregulares, por 130 mil dólares, a la bailarina exótica se materializó en la Corte. Stormy Daniels no dudó en ofrecer los más sórdidos detalles de su encuentro con Trump —hay que decirlo, todos ellos tan vulgares como innecesarios—.

En una larga declaración, Daniels narró, con sorna y sin piedad, las indigencias —físicas, morales e intelectuales— del expresidente, su familia y su entorno. Nada

que no hubiera hecho antes Trump con sus adversarios; nada que nos sorprendiera. A pesar de todo, humanamente lamentable.

Frente a esto, ¿cómo ha reaccionado Trump? Jurídicamente optó por declararse inocente. Pero, la jugada política es más perversa. Trump y el Partido Republicano han decidido utilizar la estrategia DARVO, que es un mecanismo de defensa utilizado para evadir la responsabilidad por el daño causado a otros.

En pocas palabras, se trata de una táctica de confusión para invertir la culpa. El concepto fue presentado por primera vez en 1997, por Jennifer J. Freyd, Ph.D., profesora de psicología en la Universidad de Oregón y fundadora del Centro para el Valor Institucional.

En ese sentido, la reacción de Trump corresponde a la típica justificación que ofrecen los agresores que son culpables. Se conoce como DARVO —por sus siglas en inglés— y tiene tres momentos fundamentales: Negarlo todo —Denial—; Atacar —al procedimiento, a la víctima, a la institución— y, finalmente, Invertir la culpabilidad y hasta que la opinión pública confunda al agresor con la víctima —Reverse Victim/Offender—.

Veamos un ejemplo:

D: (Negar) Trump se ha declarado inocente

A: (Atacar)  Trump ha insistido en que: “Están usando la justicia para ganar elecciones”.

R: (Invertir) Trump señaló que “Biden también ha tomado documentos desde la Casa Blanca”. También ha demonizado a su hijo.

V/O: (Convertirse en la víctima). “El único delito que cometí fue defender a nuestra nación de los que quieren destruirla”, sentenció el expresidente.

En el caso de un político o funcionario, la estrategia DARVO puede plantearse de forma institucional. Esto es, precisamente, lo que el Partido Republicano ha hecho apoyando su candidatura.

Dejo esas estrategias para los pugilistas del fango. Me parece que los días reclaman la discusión de soluciones de alto nivel: ¡ya basta de flatulencias políticas!