Valeria López Vela

UNRWA: cueva de terroristas con financiamiento internacional

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Desde el fin de semana, vimos cómo distintos Gobiernos retiraron su apoyo a la UNRWA —la Organización de las Naciones Unidas para atender a los refugiados palestinos—.

La lista de países que suspendieron el apoyo es: Australia, Estonia, Italia, Suiza, Japón, Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea, Austria, Alemania, Canadá, Suecia, Noruega, Holanda, Escocia y Finlandia.

Las razones son contundentes: trece empleados de la UNRWA participaron activamente en las atrocidades del 7 de octubre de 2023. Pero ésa es solamente la punta del iceberg. Entre varios descubrimientos, la Inteligencia israelí encontró evidencia de que UNRWA sirve a los intereses de Hamas de tres maneras fundamentales: primero, contratación numerosa de terroristas; segundo, permitiendo que utilicen sus instalaciones para almacenar y distribuir armas; y tercero, autorizando que la distribución de ayuda internacional sea realizada por el grupo terrorista. Hay, además, evidencia de adoctrinamiento, pues en varias escuelas se encontraron libros de texto en donde los niños gazatíes aprenden a restar, disminuyendo el número de judíos asesinados.

“La UNRWA es una fachada de Hamas... No es una organización neutral y... es el mecanismo que Hamas utiliza para blanquear su propaganda”, dijo el portavoz del gobierno israelí, Eylon Levy.

Con toda esa información, queda clara la parcialidad de la organización y su incapacidad para construir condiciones que generen paz y estabilidad en la región.

El error de los directivos de la UNRWA no fue empatizar con terroristas, sino rendirse ante su ideología, su barbarie y su pusilanimidad. A pesar de esto, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, se reunió con los donantes para insistir en que “es necesario apoyar el importante trabajo humanitario que realiza la ONU, no sólo en Gaza, sino en toda la región. La vida de las personas depende de ello”.

El terrorismo está siempre y no está. La cobardía de sus ataques los obliga a actuar en la sombra, en el anonimato o escondidos en organizaciones humanitarias. Su violencia deslegitima causas y motivos. Y, estoy segura, hay muchas cosas por cambiar en el orden mundial; pero ninguna pasa por el uso irracional de la violencia, ni por lastimar a familias inocentes.

La posición política que anuncia que “no se puede negociar con terroristas” hunde sus principios en la idea de no reconocer como un interlocutor válido a un grupo que chantajea mediante la violencia; a los cobardes que lanzan bombas sin importar el daño a las familias.

Hay muchas maneras de hacer críticas a lo que nos disgusta de nuestros sistemas políticos o económicos. Las opiniones encontradas, la discusión en la plaza pública, las argumentaciones fundadas son opciones deseables en las relaciones entre los países.

Pero, también, hay caminos que no deben transitarse porque no pueden desandarse. Me refiero a las rutas del conflicto, de la desestabilización y de la humillación.