Valeria Villa

Liberar el amor

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La vida sólo se puede entender hacia atrás, pero se debe vivir hacia adelante

Sören Kierkegaard

Conforme se cumplen años, el recuento de lo perdido se vuelve una torre cada vez más alta, que a ratos se vuelve difícil de sostener sin deprimirse un poco: familiares y amigos muertos, sueños rotos, ilusiones que alegraron la vida y que no pudieron concretarse; las arrugas, los achaques, las enfermedades y la certeza de que la vida no espera y que mañana es un adverbio de tiempo incontrolable.

Estos pensamientos están lejos de la alegría obligatoria de las fiestas de diciembre y también de los insípidos propósitos de Año Nuevo. Mi pequeña certeza en este arranque del 2023 es que nuestra energía podría dirigirse al asunto más relevante para la vida mental: la capacidad de aceptar con gracia y dignidad todas las pérdidas con las que tenemos que lidiar. La vida como una sucesión de pérdidas por procesar es una idea triste pero que no tiene que ensombrecernos. Este hallazgo se lo debo a Laurie Anderson, la asombrosa artista, compositora, contadora de historias, documentalista y pareja de Lou Reed durante 21 años. Anderson, de 75 años, perdió a su perra Lolabelle en 2011 y a Reed en 2013. Desde entonces, ha elaborado distintos rituales para procesar estas pérdidas, incluyendo el libro y documental/ensayo filosófico Heart of a dog que compitió por el León de Oro en Venecia en 2015.

“Tienes que aprender a sentirte triste sin estar triste”, le enseñó su maestro de meditación a Anderson, quien practica budismo desde hace muchos años, lo cual le ha ayudado a entender que el propósito de la muerte es la liberación del amor. Cuando alguien muere, se nos revela todo el amor que hubo y que vive para siempre en la mente. El propósito de la muerte, dice Anderson, es liberar el amor. La muerte suele tratarse en exceso sobre culpa y arrepentimiento.

Cuando perdemos a alguien pensamos demasiado en el tiempo perdido y en el amor que no dimos, pero son pensamientos que se centran en el sí mismo y no en quien ha partido. Enfocarse en la existencia de quien ha muerto permite sentir todo el amor que esa persona trajo a nuestra vida. El maestro de Anderson, citando el libro tibetano de los muertos, afirmaba durante las meditaciones: “No hay gente muerta, realmente nadie está muerto”. Así de absurdo como se lee, esta declaración permite comprender que nadie muere mientras viva alguien que lo recuerde. El amor siempre es una historia de fantasmas.

La capacidad de sentirse triste sin estar triste, sino comprometido con la vida y con el mundo, es una de las mayores fortalezas humanas. Se trata de sentir la tristeza intensamente pero continuar viviendo hacia adelante. Anderson sostiene que es mejor ser optimista, porque de esta forma se tiene una vida más feliz y por tanto hay que elegir el optimismo. A Laurie Anderson yo le creo todo.