A 60 años de distancia

A 60 años de distancia
Por:
  • David Leon

Hace exactamente 60 años, un huracán inicialmente categorizado como 5, impactaba la costa de Manzanillo en Colima, afectando también a los estados vecinos. En el año 2016, con nuevas herramientas y datos, se le recategorizó como 4, derivado de sus vientos estimados en 220 kilómetros por hora.

El paso de este ciclón tropical por las comunidades de Colima resultó devastador. Se habla de que más de mil 500 personas perdieron la vida, además de que los daños a caminos, viviendas y demás inmuebles fueron cuantiosos. Se le considera el tercer huracán más fuerte que ha impactado el litoral del Pacífico mexicano, detrás de Patricia en el 2015 y Madeline en 1976.

Fue ante los efectos de este huracán, que las primeras acciones de lo que hoy conocemos como Plan Marina se llevaron a cabo, dando nacimiento a un protocolo de preparación y gestión de emergencias y desastres ejemplar y eficiente, reconocido internacionalmente.

A 60 años de distancia hemos registrado grandes avances en distintos campos en torno a los fenómenos hidrometeorológicos y sus efectos; sin embargo, queda mucho trabajo por hacer. A mi parecer, dos son las tareas a las que mayor energía debemos dirigir: por un lado, a la identificación del riesgo y su adecuada mitigación; por el otro, a no construir nuevos riesgos con las decisiones que día con día tomamos.

El cumplimiento de estas 6 décadas resulta una extraordinaria oportunidad para recordar a las familias que se vieron afectadas por el paso del ciclón por sus pueblos, arrancándoles en muchos casos, lo más valioso que se tiene, la vida. También resulta importante reconocer a todos aquellos, hombres y mujeres, que han dedicado su vida a ayudarnos a entender de mejor forma estos fenómenos, y a quienes invierten su energía y talento en prevenir, preparar y atender emergencias y desastres; por último, es una inmejorable ocasión para reflexionar y redoblar esfuerzos en torno a las acciones para evitar el desastre.

Raymundo Padilla Lozoya conoce mucho acerca de este ciclón tropical y sus efectos en las comunidades. Entre los hallazgos recuperados, existe una maravillosa carta en la que Luis García Castillo, exalcalde de Manzanillo, narra con extraordinario detalle lo que vivió antes, durante y después del paso del huracán. Detalla las horas de angustia que experimentó, la tensa y pasajera calma que produjo el ojo del meteoro sobre su vivienda y la furia del fenómeno al alejarse. La desolación y el dolor al abrir la puerta y ser testigo de los daños en viviendas, deslizamiento de laderas, barcos hundidos en la costa, niños buscando a sus padres, padres buscando a sus hijos, además de las siempre presentes y esperanzadoras muestras de solidaridad de unos con otros para salir juntos de la emergencia, aunque parezca increíble, fortalecidos.

A 60 años de distancia el paso del huracán sigue vivo entre las comunidades, obligándonos a trabajar de manera distinta, teniendo en cuenta que los desastres no son naturales y que son nuestras decisiones, la dolorosa desigualdad y la corrupción, entre otros elementos que, aunados a la aparición de un fenómeno natural, lo producen.