Coronavirus entre nosotros

Coronavirus entre nosotros
Por:
  • horaciov-columnista

A finales del año pasado, cuando llegaron las primeras noticias sobre el letal virus y su rápida propagación en China parecía que una posible epidemia en México sería un tema de “largo plazo”; o al menos así se lo tomó el Gobierno federal, empeñado en desmontar el Seguro Popular, peleándose con los estados que no se plegaban a los planes del lopezobradorismo en temas de salud, y desarticulando así una cadena de servicios médicos que cubría a buena parte de la población.

El anuncio hecho el sábado pasado de que se adelantaría al 20 de marzo el inicio del periodo vacacional de Semana Santa fue la primera alerta seria por parte del Gobierno federal; pero apareció tardía, poco creíble y demasiado tibia. Sin caer en escenarios apocalípticos, la propagación del virus ha resultado de la mayor gravedad y, al parecer, México no ha aprendido de experiencias previas —la última hace apenas 11 años— sobre la necesidad de tomar de manera inmediata todas las medidas pertinentes para enfrentar cualquier pandemia (sobre todo una que se anuncia como la más grave, potencialmente, en más de un siglo).

Empezando por el Presidente de la república: sus chirrionas declaraciones constantes menospreciando la gravedad del problema han sido sumamente irresponsables para quien es el principal responsable político de la salud de la población en todo el país. Ciertamente no le podemos pedir que se conduzca como un epidemiólogo experto; pero de ahí a sus ocurrencias en los dichos y en los hechos, incluyendo declaraciones disparatadas, giras inoportunas, abrazos incómodos y besos impresentables… en fin, su actitud generalizada ante todo el asunto se aleja enormemente del carácter que se espera de un Jefe de Estado frente a cualquier crisis.

Como era de esperarse, un Gobierno sin credibilidad en materia de salud se enfrenta a una enorme desconfianza de la población. Nada más bastó que las autoridades educativas se pronunciaran para que la población decidiera no creer en la información oficial. Nadie, absolutamente nadie, cree que al día de hoy la cifra de casos positivos confirmados de coronavirus sea cercana al centenar. Para todo el que tenga información sobre lo que ocurre en hospitales públicos y privados del país, las cifras oficiales nomás no salen. En esa lógica, se entiende que muchas instituciones que escapan al ámbito de influencia del lopezobradorismo —gobiernos estatales y municipales de oposición, órganos autónomos, sector privado y, señaladamente, instituciones educativas privadas y públicas— se hayan adelantado a tomar medidas más drásticas para tratar de proteger lo mejor posible a la población, sin esperar a los tiempos y cálculos del Gobierno federal.

México debería de aprender de lo que ha pasado en otros países en la crisis actual, señaladamente Italia, España y Estados Unidos. Y, por supuesto, de la experiencia local de 2009 en ocasión del AH1N1. Sin embargo, hasta el día de hoy, todo parece indicar que nuevamente, ante una desgracia de grandes proporciones, como en los terremotos de 1985 y 2017, el Gobierno muestra su insuficiencia y ha de ser la sociedad civil organizada la que subsidiariamente realice los esfuerzos necesarios para salir adelante. Conmovedor y lamentable a la vez.