Marcelo, más “carnal” que nunca…

Marcelo, más “carnal” que nunca…
Por:
  • monica-garza

¿Quién se acuerda hoy del escándalo de la Línea 12 del metro, sus protagonistas, víctimas y villanos? Prácticamente nadie, mientras que, quien fuera el más golpeado de aquel episodio -aunque sin duda siempre el más hábil- prueba nuevamente su destreza para que la cápsula que habita en la rueda de la fortuna, se detenga justo en la cima: Marcelo Ebrard.

Aquel capítulo en el que se enfrentó el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México a acusaciones de peculado y uso indebido del ejercicio público, de atribuciones y facultades, y ejercicio abusivo de funciones, fue seguramente lo que lo llevó a autoexiliarse en Francia por dos años, y al final nada le fue comprobado.

Fue entonces que con el característico cálculo político —casi perfecto— que le caracteriza, Marcelo Ebrard regresó a México en 2017, una vez que el entonces aspirante Andrés Manuel López Obrador ya tenía la presidencia de México prácticamente en las manos.

Hoy, a 8 meses de instaurada la Cuarta Transformación y como titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Ebrard Casaubon es indiscutiblemente el personaje más destacado del gabinete del presidente López Obrador.

Es el más mencionado por la opinión pública, casi el menos cuestionado, uno de los más respetados y por ende el que mejor cobertura mediática recibe.

Marcelo Ebrard volvió con más mano izquierda que nunca —y hasta de mejor humor—, pero con una presencia mucho más estridente que la que suele acompañar a los altos funcionarios de la diplomacia.

Nada fuera de lo normal en su caso, considerando que eso del “perfil bajo” nunca ha estado en la naturaleza del actual Secretario de Relaciones Exteriores, quien, dadas las circunstancias, una vez más, hoy es el dueño del escenario.

Para muestra el botón de los últimos días, su viaje a El Paso Texas, sus acciones, su cercanía con las víctimas de la tragedia y sobre todo con los medios de comunicación, a quienes, dicho sea de paso, responde sin evasivas a todos sus cuestionamientos, desde la primera hasta la última fila.

El estudio elaborado por Central de Inteligencia Política —dado a conocer esta semana— reveló, entre otras cosas, que en julio pasado el secretario de Relaciones Exteriores recibió 62% de menciones positivas, 32% neutrales y solo 7% negativas.

Y eso que al canciller Marcelo Ebrard, en un balance de hechos, le ha tocado prácticamente “bailar con la más fea”, comenzando por Nicolás Maduro.

[caption id="attachment_979858" align="alignnone" width="696"] El canciller, en El Paso, Texas, el pasado 5 de agosto. Foto: Cuartoscuro[/caption]

La tibia y muy cuestionada postura de nuestro país frente a la dictadura venezolana, generó desde el primer momento molestia en muchos sectores, opiniones encontradas y amplios debates, pero al paso de los meses el canciller mexicano ha salido relativamente bien librado del tema.

La migraña crónica tiene que venir de la imparable diarrea discursiva y twittera de Donald Trump, sus ironías, insultos a los mexicanos y amenazas al gobierno de México.

El acuerdo arancelario puso al secretario Marcelo Ebrard -y no a otro- al centro de aquella complejísima mesa de negociaciones, con el tema migratorio como moneda de cambio.

Y es entonces que termina quedando el canciller a cargo de una responsabilidad que correspondería a la Secretaría de Gobernación.

La tragedia de El Paso Texas donde murieron 8 mexicanos, volvió a colocar al secretario de Relaciones Exteriores al centro de los reflectores, como principal receptor de las condolencias internacionales y protagonista del apoyo a las víctimas en la ciudad texana, así como en el caso de los 122 connacionales detenidos en las redadas contra migrantes en los estados de Mississippi y Louisiana.

La presencia de Marcelo Ebrard en las últimas conferencias mañaneras de Palacio Nacional, claramente le ha cambiado el escenario hasta al propio presidente López Obrador, quien se nota descansado —a diferencia de las demás— en las organizadísimas presentaciones del canciller. Se habla de que incluso es el equipo personal de Ebrard el responsable —hasta técnicamente— de sus exposiciones, y no el equipo de la vocería de la presidencia como en otros casos.

Contrario a los usos y costumbres de la 4T, en este caso el presidente cede prácticamente todo el espacio.

Ante este particular escenario, la duda inevitable es, ¿cómo se estará viendo todo esto desde el balcón interior del resto de la administración lopezobradorista?…

Pues en el “protocolo” de esta nueva administración, no sólo nadie puede ganar más que el presidente, sino que idealmente, nadie debe de brillar más que el presidente tampoco.

¿Estará esto dentro de los cálculos políticos del siempre estratégico canciller Marcelo Ebrard?. Insisto, es sólo una duda inevitable…