Nada que corregir

Nada que corregir
Por:
  • citlalli_hernadez

Hay un fantasma social que intenta tomar por asalto a la humanidad y debemos detenerlo. Crecemos con la imposición de que todo tiene que ser de tal o cuál manera; es decir, se nos imponen moldes a nuestra forma de ser, actuar, pensar, vestir, interactuar ¡y hasta de amar!

Al inicio caemos en la trampa y en algunas ocasiones, cuando maduramos, nos vamos despojando de las telarañas y de la visión homogénea de las cosas. Sencillamente porque nos damos cuenta de que los estereotipos atentan contra nuestra libertad y, proporcionalmente contra nuestra felicidad.

Aun con nuestras resistencias, la concentración del poder, de la toma de decisiones, de la economía, la cultura, de todo, termina por imponer a las mayorías un modelo de “ser” desde la óptica de unos cuantos.

Cuando se cuestiona el statu quo surge en quienes han concentrado todo el deseo de conservar el estado de las cosas. Por eso, en nuestra sociedad existen sectores de la población que se mueven desde el privilegio o que, desde un pensamiento de superioridad, adoptan una ideología conservadora, práctica excluyente, bajo el peligroso pensamiento: “no es como yo, no es de los míos”.

Cuando ese pensamiento se agudiza, el sector conservador se ensimisma y existe rechazo a una realidad plural y diversa. Entonces, al conservadurismo se le suma un ingrediente elitista, racial, misógino, homofóbico, lesbofóbico, transfóbico, antitodo lo que parezca diferente.

Frente a ello, en la historia de las sociedades se han dado luchas para visibilizar y conquistar derechos de las “minorías”. Los grandes gritos quedan en el aire como un susurro que le dice a las y los otros “aquí estoy, mírame”.

Ahora, son las personas lgbttti+ a las que se les excluye, se les mata y, desde un pensamiento arcaico, se les busca “curar” para ser “aceptadas”.

En el Senado de la República y en la Cuarta Transformación lo tenemos claro: queremos cambiar el rumbo de nuestro país pensando en quienes se han quedado atrás por el ejercicio de una hegemonía agreste.

La lucha feminista, indígena, de las minorías religiosas, de las poblaciones afrodescendientes, de la población lgbttti+ y de las clases más desposeídas, es la lucha de la justicia y la igualdad. Aspiramos a una sociedad que ame entre la diversidad. Lo que hemos imaginado como “un mundo donde quepan muchos mundos”.

A más de medio año de haber iniciado la LXIV Legislatura, estamos avanzando para combatir privilegios, aminorar brechas de desigualdad y romper pensamientos únicos. Junto con la senadora Alejandra Lagunes y Patricia Mercado presentamos una iniciativa que busca prohibir los Ecosigs (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género), mal llamadas “terapias de conversión”.

Estos actos crueles e inhumanos pretenden “curar” la orientación sexual e identidad de género distinta a la establecida socialmente como “normal”, a través del trato tortuoso, la culpa, la violencia psicológica y física. Se realizan discrecionalmente y hay víctimas que, principalmente, son personas jóvenes y adolescentes.

Los “Ecosigs” estigmatizan a la población lgbttti+ y parten de la falacia y la charlatanería de que hay una enfermedad que curar. Son consideradas como actos que atentan contra el libre desarrollo de la personalidad, catalogadas por la ONU como “carentes de ética, sin bases científicas e ineficaces”. La realidad es que no hay nada que corregir.

Lo que sí debemos detener son las prácticas que excluyen, y en el mundo se está legislando al respecto. En México, seguiremos haciendo historia arropando a quienes lo necesitan. La prohibición de estas “terapias” podría dar un paso en el Senado: con voluntad, se dictaminará en próximos días, para llevarse al pleno en septiembre.