Oscar llega a Tepeji 21

Oscar llega a Tepeji 21
Por:
  • horaciov-columnista

Si bien ya pasaron algunos días, me complace sumarme al ánimo festivo por los premios obtenidos por Alfonso Cuarón y Roma en la 91ª entrega de premios de la Academia, el domingo pasado. Objetivamente, Roma es una obra maestra de la cinematografía universal y, por supuesto, la mejor película mexicana de todos los tiempos.

Broche de Oro. La entrega de los premios Oscar representa una escala estelar dentro de la impresionante racha de premios que han cosechado Roma y Cuarón. Según el sitio IMDB, llevan acumulados ¡170 premios! en distintos festivales y asociaciones, donde destacan el León de Oro de Venecia, los BAFTA británicos y los Golden Globes, por citar sólo algunos de los más conocidos, y probablemente se seguirán acumulando. Pero al ser el Oscar el premio más codiciado de la industria cinematográfica, lo del domingo fue realmente sensacional para el país. Desde que se instituyó el premio al mejor film en lengua extranjera otras 8 películas mexicanas habían sido nominadas, pero es en 2019 cuando se consigue ese Oscar por primera vez en la Historia. Esto, por sí solo, ya es icónico. Pero los resultados fueron a mejor. La película —en blanco y negro, hablada en castellano y mixteco— ganó dos premios más dentro de la competencia oficial: mejor fotografía y mejor director. Resultó particularmente emocionante ver a Alfonso Cuarón subir una, otra y hasta tres veces la escalinata para recibir los premios. Algo igualmente histórico, que ningún mexicano había conseguido antes. Nos quedamos con las ganas de verlo subirla hasta dos veces más. Tal vez en unos años.

Límites en la Historia. La ya celebérrima triada de grandes cineastas mexicanos aumentó aún más los márgenes de sus proezas: es delirante que, de los últimos seis años, en cinco ocasiones se hayan llevado el Oscar a mejor director (Cuarón en 2014 y 2019, Alejandro González Iñárritu en 2015 y 2016 y Guillermo del Toro en 2018). Difícilmente se podrá igualar o superar una marca así. Se supondría que el siguiente le toca a del Toro. Ánimas.

Más allá de las salas de cine. Las proezas obtenidas por Roma van más allá de la calidad de la película. Por varias y buenas razones, está en el centro de la conversación en distintos ámbitos. La primera aportación del film es haber contribuido a visibilizar el problema de la ausencia de derechos laborales para las trabajadoras del hogar: poco se ha avanzado en el país desde lo que se refleja en la película (principios de los años setenta) al día de hoy. Otro, el poner en el debate nacional algunos horrendos trazos de racismo que nos avergüenza como sociedad, y al que debemos poner atención y erradicarlo, pronto. Otro más, destacar los logros de un mexicano (uno más, pero uno particularmente brillante) en el contexto del debate político-migratorio en Estados Unidos. Además —algo no menor— Roma rompió con esquemas de distribución y exhibición oligopólicos, no solo en México, sino en el mundo. El hecho mismo de no exhibirse en circuitos comerciales aumentó el interés por ver la película, lo que la convirtió en un fenómeno cinematográfico (al menos en los últimos tres meses). Y es la primera vez que vemos que una producción original de Netflix gana óscares en categorías principales. La plataforma líder en distribución en línea empieza así a disputar premios en serio a los viejos grandes estudios.

Quitando a los envidiosos del éxito ajeno, Roma ha dado a México una de las más grandes alegrías generalizadas, en momentos en los que la irritación colectiva es la tónica de los tiempos. Más allá de patrioterismos baratos, es legítimo sentir gusto de que un paisano tenga éxito y sea reconocido. Nos da aliento y esperanza. Enhorabuena.