El Atlantic GLS, no era otra cosa que la reinterpretación nacional del primer Volkswagen Jetta GLI (Grand Luxury Injection) que, en Estados Unidos, sólo se vendió en 1984 con un motor de inyección de combustible capaz de entregar 90 Hp, que, junto a un excelente manejo, lo colocaban a la altura de varios sedanes deportivos de la época. Y con ello, se dio inicio a una larga zaga, que encuentra en la séptima generación (da clic aquí para conocer a todos los Jetta de la historia), presentada en el marco del Salón de Chicago 2019, a su más reciente integrante.
Esto explica a la perfección por qué el Volkswagen Jetta GLI 2020 que probamos, luce los emblemas GLI 35 en las salpicaderas, los estribos iluminados, así como en los asientos y tapetes, además de unos atractivos rines negros de 18 pulgadas con el aro exterior en rojo.
Fuera de estos anagramas conmemorativos, todos los Jetta GLI se distinguen de las versiones normales, por una estética más agresiva cortesía de una parrilla con tramado tipo panal en color negro, donde resalta una línea roja que cruza de lado a lado, techo oscuro, fascias deportivas con entradas de aire más grandes, calipers en rojo, mientras que atrás, destacan el discreto alerón negro colocado en la tapa de la cajuela, así como un difusor, de ese mismo color. Las dobles salidas de escape, completan la estampa deportiva.
Puertas adentro, los diferenciadores, son unos asientos y volante con paletas de cambio, ambos forrados en piel, con costuras contrastantes en rojo, así como pedales en aluminio. Mientras que, en materia de equipo, en comparación con un Jetta Highline (cuya prueba puedes ver aquí) se añade un mejorado sistema de infoentretenimiento compuesto por una pantalla táctil de 8 pulgadas con App Connect e interfaz para Apple Carplay y Android Auto, así como por un equipo de audio Beats con ocho bocinas. No obstante, destaca la integración del tan esperado cuadro de instrumentos digital, algo que nos habían quedado a deber las versiones “normales”.
En cuanto a los materiales usados en el habitáculo, nos gustan mucho los insertos en aluminio en el volante, la palanca y las manijas de las puertas, además encontramos plásticos suaves en la mayoría de las superficies, excepto en la consola central, donde se mantiene el típico material de tacto áspero, que se encuentra en prácticamente cualquier Volkswagen. En cuanto a habitabilidad, no hay mayores cambios con respecto a un Jetta normal, por lo que conserva el buen espacio.

