Así es la vida de los musulmanes en la CDMX

Foto: larazondemexico

Una alfombra roja, un aroma a rosas y Abdalá muezzin al Masyid, reciben a todos los musulmanes y curiosos que quieren entrar al denominado Centro Educativo y Cultural de la Comunidad Musulmana, ya que de acuerdo con Abdalá, por reglamento, no se puede poner afuera un letrero que diga mezquita porque las autoridades cierran el lugar.

“Aquí en México la iglesia es iglesia, la sinagoga es sinagoga, pero la mezquita no se puede llamar así porque la cierran”, lamenta Abdalá o el hermano Rubén, un mexicano que desde hace 12 años profesa el Islam y es el encargado de la mezquita que se encuentra en la calle de Euclides en la colonia Anzures de la ciudad de México.

Al ser cuestionado si no piensa hacer un tipo de gestión para que esta legislación cambie, Abdalá señala que prefiere dejar las cosas como están.

“Te dicen puedes ser musulmán de la puerta para adentro, y calladito, y cuidado y se quejen los vecinos. Si intentamos cambiar esa reglas van a pensar que estamos contra ellos (las autoridades) y la verdad no. Así estamos bien”, indica.

Son las 13:45 de la tarde de un sábado de mayo y Abdalá hace el llamado para la oración. Repite cuatro veces el nombre de Alá y algunas otras estrofas en árabe.

En la mezquita, además de Rubén está José Luis Ponce, un mexicano recién convertido al Islam quien se ha trasladado desde el estado de México a afinar todos los detalles para casarse con su prometida.

“Yo llegué a esta religión por mi futura esposa, ella es musulmana. Me di cuenta que esta fe no es lo que muchos creen”, relata José, quien con cierta de tristeza habla que su prometida y su familia han sufrido discriminación por su religión.

“Se burlaron de mi prometida por cómo iba vestida, por usar velo. Siempre hay burla. En una reunión de amigos o compañeros de trabajo cuando preguntan tú de que religión eres, y dices musulmán, de inmediato viene el chiste de que si traes una bomba o algo”.

A las 14 horas en punto, Rubén llama a José y otros dos hombres se ponen a rezar con dirección a La Meca.

Después de unos minutos se incorporan y regresan a la charla. Cuestionado por el número de adeptos al islam en la ciudad, Abdalá señala que cada día son más, que se vive una especie de boom de la religión.

“Aquí cada semana hay conversiones. Cada vez hay más mexicanos que se convierten al islam”, dice este hombre que estudio egiptología, mitos celtas y griegos y que fue alguna vez guía de turistas.

De acuerdo con el Panorama de las Religiones 2010, estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay tres mil 760 musulmanes, de los cuales mil 178 viven en la ciudad.

Rubén niega que haya sufrido discriminación, minimiza los comentarios burlones y señala que se trata de un tema de ignorancia porque muchas personas les tienen miedo.

Al mismo tiempo reconoce que es un problema ser musulmán y seguir la suna o comportamiento en cuanto a la dieta en la ciudad de México.

“Nosotros tenemos el halal (lo permitido) y el haram (lo prohibido), que no es solo para comida, sino para todos los aspectos de la vida. En la ciudad no hay halal en ninguna parte más que aquí afuera. Hermanos venden aquí afuera, tienes que comprar para toda la semana”, asegura el encargado de la mezquita.

La forma de vestir de las mujeres, es un aspecto contemplado en la sharia o ley islámica: cubrirse con un velo la cabeza y sólo dejar descubierta la cara y las manos.

"Una de las cosas por las que entré a esta religión fue por el gran respeto las mujeres" cuenta Abdalá, "ellas se visten así porque es como si estuvieran todo el tiempo frente a Alá".

El dato: El cambio de nombre es también una condición para ser musulmán.

"Hasta con el nombre tienes que venerar a Alá, por eso el cambio de nombre"' dice Rubén quien agrega que " lo que si no se puede son nombres como Tonatiuh, el dios sol de los aztecas, que sabemos se le ofrecían tributos de sangre. Eso no se puede".

Aunque nombres que aparecen en la biblia como José, Jesús,Isaac, David o Moisés, están permitidos.

Abdulá tiene previsto un encuentro con un pastor cristiano y sus feligreses para más tarde, así que apura la entrevista, y recuerda que para ser musulmán se debe cumplir con las siguientes cinco condiciones.

Creer en un solo dios, Alá; rezar cinco veces al día; cumplir con el mes de ayuno del Ramadán; pagar el zacat (el 2.5% de la ganancia al año) y visitar por lo menos una vez en la vida La Meca.

El ayuno del Ramadán consiste, de acuerdo a la suna, en no comer nada desde que sale el sol hasta que se oculta. Hacer las cinco oraciones al día y ya en la noche romper el ayuno, volver a rezar y después cenar.

"Tienes que esperar a que se ponga el sol, romper el ayuno con tres dátiles y tres tragos de leche, luego rezar y si ya en después te quieres echar una milanesa o unas enchiladas lo puedes hacer".

Después de decir lo anterior Abdulá se prepara para recibir a los visitantes en esta casa de dos plantas y dos entradas principales (para hombres y muneres) acondicionada desde hace 15 años como mezquita.