El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Leonardo Lomelí Vanegas, reafirmó que la universidad puede mantenerse movilizada sin suspender la actividad docente, al sostener que el estudiantado “puede protestar y movilizarse sin afectar las clases”.
La postura del rector se inscribe en un momento de efervescencia dentro del campus, marcado por discusiones sobre seguridad, violencia de género, procesos internos y demandas reflejadas en pliegos petitorios presentados durante 2025.
Ante el pleno, Lomelí destacó que los llamados “paros activos” —jornadas de protesta que no implican cierre indefinido de aulas ni suspensión total de actividades— han resultado una ruta adecuada para que las inconformidades se expresen sin fracturar la vida académica.

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Según el rector, cada vez que alumnas y alumnos han entregado un pliego, las direcciones de facultades y escuelas han atendido las peticiones de su competencia y resuelto en plazos breves lo que corresponde a sus atribuciones.
Señaló además que la Administración Central ha coadyuvado cuando la demanda rebasa el alcance de las entidades, mediante mesas de diálogo, mecanismos de seguimiento, asesorías jurídicas, apoyo psicológico y acompañamiento institucional.
Lomelí aseguró que protestar no es sinónimo de paralizar, y que una universidad sin clases, aun con consignas, termina vacía en lo sustantivo: sin comunidad articulada, sin debate vivo, sin asambleas fuertes y sin investigación o cultura en movimiento.
“La UNAM históricamente ha sabido levantar la voz mientras camina, y eso no puede detenerse”, dijo.
Aunque reconoció la legitimidad de las molestias, insistió en que el desafío actual también es proteger a la comunidad a través de condiciones seguras de movilidad, convivencia y opinión, sin permitir que el miedo o la desinformación digital sustituyan la vida colectiva en las aulas.
De forma paralela, recordó que la universidad ha trabajado en 2025 para actualizar normas disciplinarias con el fin de no inhibir la libertad de expresión, pero sí distinguir claramente la protesta del daño al patrimonio.
La declaración abre un debate dentro de la comunidad sobre cómo sostener el equilibrio entre manifestación estudiantil, diálogo institucional y normalidad académica. Para autoridades de la UNAM, la apuesta es clara: escuchar y resolver, sin renunciar a enseñar.
Para el rector, el mensaje final es inequívoco: protestar sí, suspender clases no, porque la auténtica movilización se da con la universidad viva, no en silencio y sin aulas abiertas.
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MSL

