“El Niño Verde, una amenaza para Quintana Roo”

“El Niño Verde, una amenaza para Quintana Roo”
Por:
  • guillermo_vazquez_handall

Jorge Emilio González ha sabido ganarse el rechazo de casi toda la sociedad mexicana; no es para nada una exageración, es un reconocimiento al esfuerzo personal que ha dedicado a lograr esa condición.

La lista de sus actividades, actitudes, y el resultado de ambos factores, compendian un antecedente impresionante que en resumen sirve para catalogarlo como un profesional del oportunismo y el chantaje político.

Propietario por herencia de una inmensa fortuna, construida por el uso y abuso del poder político gracias a las posiciones que en su momento ocupara su abuelo como gobernador y secretario del gabinete presidencial, lo es también del Partido Verde Ecologista de México.

A través del partido, “El Niño Verde”, sin ningún esfuerzo más que el que supone el privilegio de su posición, sin haberse merecido o ganado nada por él mismo, usando la franquicia que le otorga la propiedad del Partido Verde, ha construido una carrera política, tan larga como intrascendente.

Sin embargo, a pesar de sus carencias intelectuales y sus obsesivas ambiciones, ha tenido la suerte de prevalecer gracias a la dispersión política nacional, porque gracias a ella el Partido Verde ocupa una posición electoral para negociar con el poder en turno.

Así, como en su momento lo hizo con el PAN, ahora lo hace con el PRI, de quien se ha convertido ya no sólo en un satélite o agencia de colocación, sino en una fuerza que exige y cobra facturas.

Embriagado con esas facultades, Jorge Emilio González -como si se tratara de un capricho infantil más-, decidió asentar gran parte de esas canonjías en Quintana Roo. Recordemos que sin ser oriundo y ni siquiera tener su residencia en la entidad, por la fuerza, es senador con licencia.

Su ambición desmedida lo llevó en el pasado, fuera de todo contexto y lógica, a intentar ser candidato a gobernador, situación que fue desechada por el priísmo, no sólo por su incongruencia, sino por la certidumbre de que su postulación implicaría la pérdida del poder.

Sin más remedio al reconocer que el rechazo colectivo de la sociedad le impedía dar cauce a esa avidez, en la arrogancia que lo caracteriza, optó por hacerlo a través de otra persona, que fungiera como su títere para cumplir ese objetivo.

Fue así que escogió a su imagen y semejanza: a Remberto Estrada, cuya única virtud ha sido la de ser su compañero de andanzas cuando Jorge Emilio González visita Quintana Roo de vacaciones.

Al igual que “El Niño Verde”, Estrada Barba ha logrado ser diputado local y federal y ahora candidato a la presidencia municipal de Cancún, sin merecimiento que justifique de ninguna forma su postulación.

Sin embargo, la disyuntiva apunta más allá de la forma en la que ambos han logrado esos privilegios y a lo que implica para el futuro tanto de Cancún como el de Quintana Roo: la alianza con el PRI es tan sólo un medio para obtener lo que por sí solos serían incapaces de lograr.

Con ello pretenden primero hacerse de la ciudad más grande y poblada de la entidad para que luego Remberto Estrada sea senador y, posteriormente, gobernador.

Lo que buscan es convertir al Estado en un coto de poder particular, el feudo en el que “El Niño Verde” sea amo y señor del poder político y económico y así cumplir con sus apetitos personales.

Como parte de su estrategia de control no sólo han impuesto a los suyos en posiciones electorales, también lo harán en el gobierno estatal, mediante el compromiso del otorgamiento de secretarías de estado, de antemano la de hacienda, que quedaría en manos de Francisco Elizondo Garrido, hasta unos meses, delegado de la SCT.

Visto así, Jorge Emilio González representa una amenaza para Quintana Roo, independientemente de simpatías o militancias, el asunto se trata literalmente de evitar una invasión territorial y fáctica.

Será a los cancunenses a quienes corresponda la obligación, pero también el privilegio de defender al Estado, porque es innegable que si Remberto Estrada -a quien desde ahora podríamos catalogar como “El Santana” de Quintana Roo-, no logra ganar la alcaldía, la derrota será mucho más que por esa posición.

Resulta evidente que un resultado de ese tipo sepultaría por completo y contundentemente las perversas aspiraciones que dieron lugar a esa postulación, pero sobre todo, al plan del que forma parte.

Sería la forma mediante la cual la sociedad quintanarroense, a través de los cancunenses, desterraría de forma terminante la siniestra pretensión, de un grupo que lo único que busca es consolidar un allanamiento que ya está en marcha.

La regla de oro.

Casi al término de su mandato, el presidente Miguel Alemán, mediante un sondeo, intentó conseguir la aprobación de su proyecto reeleccionista; sin embargo, la respuesta fue tan negativa como contundente.

Los ex presidentes Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho le advirtieron que ellos personalmente encabezarían un movimiento en contra de esa pretensión.

Desde entonces, la regla de oro de la política en nuestro país es que el poder sólo dura -por más absoluto que pueda ser-, seis años; el asunto es que, a veces, por la vanidad y los excesos, las enseñanzas de la historia se olvidan.

Twitter: @vazquezhandall