El obispo y los narcotraficantes demócratas

El obispo y los narcotraficantes demócratas
Por:
  • julian_andrade

El obispo de Chilpancingo, Salvador Rangel, se reunió con un jefe del narcotráfico. No dijo cuál, pero los grupos que actúan en Guerrero son de los más violentos.

Por ahí tienen influencia Los Guerreros Unidos, Los Rojos y Los Ardillos, pero también los cárteles de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación. La sangre derramada es copiosa y han sometido a la región a niveles de violencia inauditos.

Tan sólo el Viernes Santo hubo disparos en Acapulco.

Rangel fue a pedir que “no asesinen candidatos”. Le dijeron que sí, que no balearían a quienes busquen el voto popular, siempre y cuando acaten ciertas reglas.

Los capos del narcotráfico, de acuerdo con el obispo, no quieren que se reparta dinero, ya que prefieren que se construyan caminos y exigen que se cumplan las promesas de campaña, para no hacer enojar a la gente.

El encuentro del prelado con los mafiosos da cuenta de muchas cosas, y no son buenas. Lo primero que llama la atención es que se les da categoría de autoridades a los maleantes y se les visita para pedir y acordar.

Esto ocurre por la debilidad institucional, pero también porque hay quienes piensan que se puede pactar con los criminales e inclusive, perdonarlos.

Un sacerdote acude a visitar bandidos y dice que está ejerciendo sus derechos constitucionales. Piensa, como tantos otros, que se encuentra al margen de la ley.

Lo más grave es que los interlocutores del obispo expresaron que “no matarían candidatos”, porque están en posibilidades de hacerlo. No se habló de hipótesis, sino de hechos concretos, y con ejemplos recientes, como el de la perredista Antonia Jaimes Moctezuma, asesinada el 21 de febrero pasado, y quien aspiraba a la candidatura municipal de Chilapa. También mataron, tres días después, a Nayeli Rebaja Pedro, priista del mismo municipio.

El 4 de marzo, las balas alcanzaron a Homero Bravo Espino, quien buscaba postularse por el PRD a la alcaldía de Zihuatanejo.

La lista es más larga y da cuenta de la acción criminal en el estado y de las implicaciones que puede tener la acción de los criminales en el contexto político.

El obispo juega con fuego, quizá por ingenuidad, pero, a la vez, se sabe impune. Nadie procederá contra él y es probable que las autoridades no se atrevan a citarlo a declarar, aunque ya la Secretaría de Gobernación dejó claro que no se negocia con delincuentes.

La muerte de los políticos, en particular en el ámbito municipal, sólo se detendrá con la actuación eficiente de la autoridad y con el respaldo de la sociedad. No hay que engañarse ni dejarse engañar.

Hace años, un cura de Tijuana falsificó el libro de la parroquia para darle una coartada a Benjamín Arellano Félix. El capo de Tijuana estaba implicado en el asesinato del cardenal Juan Jesús Posada Ocampo.