Pintura y dibujo en el arte de un Dandy

Pintura y dibujo en el arte de un Dandy
Por:
  • larazon

El Dandy, la muestra del pintor veracruzano José García Ocejo que se presenta desde el miércoles en el Museo José Luis Cuevas, es una exposición sin proselitismos ni sermones, y representa una obra en la que el artista hace aflorar su muy marcada estética.

En ella se aprecia parte del movimiento de aquella doctrina dandy de la elegancia, de la finura y la originalidad que tuvo su origen en la sociedad inglesa a finales del siglo XVIII y en el siglo XIX. Su estilo se distingue a través del lenguaje y la vestimenta, pero también de las artes plásticas.

Un dandy es un hombre elegante, con clase, posee porte, tiene estilo, buenas maneras, es educado.

El dandismo constituye una postura particular respecto a la cuestión del ser y el parecer, con un punto de vista muy singular ante la modernidad.

En un contexto de decadencia, Baudelaire lo identifica como la última hazaña posible, como una búsqueda de distinción y de nobleza, de una “excelencia” de la apariencia. Identificado en sus inicios como una simple frivolidad y un arribismo aristocrático que se fue transformando en movimiento social y cultural asumiendo una disciplina extremadamente rígida y exigente.

Manuel Alegría, curador y museógrafo de El Dandy, entendió bien el concepto de la exposición. La museografía quedó limpia y lógica y con la iluminación adecuada para una obra de gran colorido y soltura.

Entre los dandys destacados que aparecen en la exhibición están: La Güera Rodríguez, Simón Bolívar —quien salió de Londres al igual que Francisco Javier Mina, luchador en México por la independencia, ambos fueron amigos de Lord Byron y se educaron en colegios aristócratas ingleses—, Oscar Wilde, Honoré de Balzac, Alcibiades, el sobrino de Pericles y Marcel Proust, entre otros.

Ocejo es recio al responder. Implacable con los que como él no conocen del dandismo. Se siente satisfecho de pintar todo lo que le gusta, lo que le informa, lo que a él le da la gana, lo superfluo, lo muy exagerado y extremadamente bello, lejos del dolor y la realidad humana. Así es el contenido de su obra plástica, una obra construida para combatir las carencias, el sufrimiento, lo negativo del ser humano. A decir con sus palabras: “a lo mejor me estoy curando en salud”.

Ocejo está convencido que el dandismo y el romanticismo exigen conocimiento y sensatez. Afirma que hay muchos pintores cursis que se han ocupado del romanticismo, “pero lo han hecho mal, yo lo hago bien, eso me diferencia de los demás”. La Razón conversó con este singular creador.

¿Por qué los dandys? Porque sí. El dandismo es un movimiento cultural del siglo XIX, no nada más un tipo de vestimenta. En su libro Le Dandysme, Favardín propone la búsqueda de valores que restablezcan al hombre individual, y con ello lo que tiene de bello, de único y de irreductible, para fundar una nueva aristocracia. Esta edición francesa se refiere al dandismo y su importancia. El dandy, el proletario o lo que el hombre quiera ser, o no ser, siempre será el tema del arte y de la vida. Yo sólo pinto y el dandy, ya sea como Cisne, Pavo Real o como se quiera representar, son los temas de mi elección, así es como integro esta colección con obras de años anteriores hasta las más reciente de este 2011, pero siempre inspirado en el trabajo de los demás. Un dandy es un hombre que se considera elegante, refinado y tiene desprecio por los gustos del vulgo.

¿Cómo surge el dandismo? Siempre hay una naturaleza aparte de la naturaleza pintura-color-forma, naturaleza concepto. Mi móvil no son los conceptos, es la plástica, el arte, pero sin lugar a dudas ambas van de la mano. El dandismo surgió por Beau Brummell desde finales del siglo XVIII y principios del XIX y hasta la fecha. En que sigue siendo un modo de sentir y pensar dentro del romanticismo más estricto es innegable, por eso inicia mi exposición con una pintura de Marcel Proust, que ayudará al público a entender lo que el dandismo propone. Todos los personajes de Proust eran dandys, él mismo era un prototipo de ello. Hasta la fecha los intelectuales lo son, aunque no se vistan de sombrero de copa, son dandys en su actitud, por su clasicismo.

¿José García Ocejo se considera un dandy? Sí. Aunque no tengo la elegancia, ni el buen gusto, ni el refinamiento que quisiera tener, pero no es eso lo que me mueve a pintar, yo pinto por la pintura en sí, por el arte, sino donde quedaba Clemente Orozco. Yo me identifico con los dandys en eso, pues no todos podemos ser lo que queremos, pero sí podemos pretenderlo, recordemos que el dandi pretendía la aristocracia que le faltaba, ese es el camino.

¿Es una constante el tema del dandismo en su obra? Desde chico siempre he tenido gusto por toda esa cultura romántica del siglo XIX y hasta la fecha: son las películas que me gustan, las que más veo, donde hay trajes y decoración de la época, por eso el art nouveau es tan importante en mi pintura.

¿Tiene el maestro Ocejo que ver con la Escuela Mexicana de Pintura? No. Poseo más con la generación de la ruptura que es la negación de lo populachero. No soy historiador, ni proselitista, ni político, pero al defender el dandismo y el romanticismo estoy defendiendo la libertad pictórica de ser lo contrario. Para el arte lo que importa es el cómo, no el qué. Es en lo que me centro.

¿Cuáles son sus fuentes de inspiración? Yo siempre me salto del dandismo al romanticismo, cuando sucede eso caigo en el Cisne y el Pavo Real. Y si caigo en el primero, caigo en el ballet, que es una de mis fuentes de inspiración al igual que la ópera.

¿Quién es José Luis Cuevas para José García Ocejo? Un creador admirable que no es egoísta, que nos abre las puertas a otros creadores en su museo.

¿Qué representa su pintura para usted? Es mi pintura. Mi pintura es belleza, es algo que está muy bien entendida en esta exposición en el Museo José Luis Cuevas.

http://ernestolozano.artelista.com

http://blogs.3.80.3.65/deartesvisuales/

José García Ocejo

Nació: 14 de junio de 1928

en Córdoba, Veracruz.

Arquitecto por la UNAM (1946-1950).

Realizó estudios de arte en Madrid (1950-1953), de grabado en Salzburgo (1964) y en el taller de Diego Rivera (1948).

En España expuso Retrato de México, obra de caballete.

Pintó un mosaico por encargo del INBA y del Comité de Tierra Santa, en la Basílica de la Anunciación Nazaret, Israel (1968).

Diseñó escenografía y vestuario para la ópera Carmen, representada en el Palacio de Bellas Artes en 1972.

Premio Elías Sourasky, en 1968.