Por Ernesto Lozano
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Llegar a Córdoba, en el estado de Veracruz, es sumergirse en un juego de calor-color, una ciudad pequeña, donde los artistas emergen, se hacen visibles y sobre todo, disfrutables.
Recorriendo el barrio San José no pasa desapercibida la casa-estudio-galería del pintor cordobés Jaime Sánchez Nava, una casa con movimiento, atípica, como su obra, en la calle 14 entre avenida 9 y 7, en el número 713, donde desde hace 15 años, puede observarse su más reciente producción; actualmente tiene 32 obras a la vista del público.
En la obra de Jaime Sánchez, el movimiento que se percibe es el de la vida; su obra respira, te atrapa con su verdad, te abraza fuerte, porque lo que se ve es auténtico; su color explosivo es parte de la necesidad de decir, de platicar, de establecer un diálogo infinito entre la obra y su espectador. Un artista que comenzó a pintar como un juego, y que mantiene esa frescura y ese interés en la gente, porque sigue pintando como en sus comienzos, como un juego, su arte es divertido, fresco, ingenuo, pero sobre todo, honesto.
La Razón conversó en exclusiva con el autor del mural Córdoba Para Siempre en el Palacio Municipal de esa ciudad.
¿Quién es Jaime Sánchez?
Uno nace creyendo que todos somos iguales. Cuando eres chico no sabes manejar el porqué de ciertos impulsos; si estás eufórico o depresivo; simplemente son los sentimientos, esas características de un artista en cierne. Mi infancia fue difícil porque así me la hice. Tomé conciencia de quién es Jaime Sánchez hasta que me casé, tuve a mi hijo y me dediqué de lleno a la pintura. Durante 27 años trabajé como diseñador gráfico, paralelo a mi pintura, hasta que me di cuenta que pintando me expresaba mejor. Jaime Sánchez es una persona con el privilegio de tener cualidades para disfrutar, porque con la pintura se sufre, pero se disfruta también. La pintura no sólo me gusta, me apasiona.
¿Estudiaste artes plásticas, cómo llegas a la pintura?
Como dijo un pintor español que escuché alguna vez: “soy un pintor genético y autodidacta”.
No es recomendable no estudiar, pero las escuelas de arte a veces te limitan, ayudando a crear una obra frívola. Lo que siempre se impone es el talento y ése lo tienes o no. Alguna vez impartí clases de pintura a niños. Les decía a las mamás que yo no les iba a enseñar a pintar a esos niños, que sólo orientaría a los que tienen cualidades, que si su hijo no tiene esas cualidades es como forzarlos. Yo siempre fui el “raro” de la familia.
¿Cómo te defines, en qué corriente estética dentro de la plástica te insertas?
El estilo tú no lo buscas, él te encuentra a ti. Tienes que estar alerta para ver en qué momento se aparece y comenzar a perfeccionarlo y trabajarlo. Se trata de que la pintura refleje la honestidad y espontaneidad de tu propio perfil, así como tu personalidad.
A mí me gusta el arte pop, lo naïf. Me gusta el expresionismo, algunas cosas abstractas, de todo se va conformando una nueva corriente involuntaria que tú vas creando, por eso es difícil definirme; es mi lenguaje, tengo influencias de Miró, de Munch, de Kandinsky, de Chagall, de Toulouse Lautrec, porque me encantan todos ellos. A mi pintura no es que le quiera yo imprimir movimiento, para mí sí lo tiene, pero yo lo relaciono con la vida, porque todo lo que tiene movimiento, tiene vida. Un amigo, Miguel Tres, pintor de una soltura, seguridad y firmeza impresionante, me dijo un día: “Jaime, tú pintas bien, tienes cualidades, suéltate”. Esa palabra me entró en la frente. Me traspasó el cráneo y llegó al cerebro, es por eso que pinto así, se lo debo a Miguel.
¿Qué técnicas utilizas con regularidad?
He utilizado de todo; alguna vez pinté con café y agua, óleo, pastel, carbón, mixtas, pero me acomodé mucho con el acrílico, por la rapidez con que seca y soy muy desesperado.
Experimenté con el óleo, lo domino, me gusta su solemnidad, su dramatismo, pero prefiero el acrílico.
¿Cómo se puede ser artista plástico en provincia?
No hay nada más eficaz que el talento. El éxito de mi trabajo no está en mi técnica. Mi técnica es nula, a lo mejor en mi falta de estudios está el carisma que refleja la pintura. Ésa es la magia, es lo subjetivo, ése es el misterio, porque ésa es la única explicación que tengo a que un trabajo sencillo como el mío, le pueda fascinar a la gente. Es tener el don de hacer algo bien. Vivo de la pintura, pago mi gas, mi luz, las colegiaturas… de mi pintura, puede resultar mamón, pero es mi realidad.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Hago bocetos en mi paquete de hojas, a veces tengo 50 ó 70 ideas, cuando estoy pintando esos bocetos, digamos que en el tercer o cuarto cuadro, de repente se me ocurre algo; abandono lo anterior, los guardo y comienzo a pintar eso nuevo que se me ocurrió.
Ahorita estoy comenzando a pintar combinado lo orgánico con lo figurativo, trabajaré unos 15 proyectos que ya tengo boceteados. No hay día en que me despierte sin que le agradezca a Dios por la posibilidad de comunicarme a través de mi pintura con la gente.