Foto artealameda.bellasartes.gob.mx
En el Laboratorio Arte Alameda presentan Cinco variaciones de circunstancias fónicas y una pausa, exposición en la que Tania Candiani explora el sonido como circunstancia imaginaria que se asocia a contextos y dispositivos específicos.
“Es una investigación sobre las máquinas y los instrumentos de reproducción del habla, la narrativa, el argumento, el sonido de la escritura y los sistemas de lectura, hasta llegar a proponer sistemas complejos para la escucha, la confesión y el encriptamiento del lenguaje”, señala en entrevista con La Razón, Tania Candiani.
Durante diez años Candiani ha relacionado su obra con el texto y la literatura; sin embargo, esta vez explora los misterios de la sonoridad a través de seis piezas que se distribuyen en el Laboratorio Arte Alameda. “Entre las obras hay un órgano parlante, unas cúpulas sonoras, en donde la gente puede escuchar historias que están exclusivamente contadas con sonido. Hay una intervención en el campanario del templo; una serie de piezas basadas en los rollos de papel de pianolas, como una reinterpretación de este instrumento y un confesionario donde la gente puede contar sus secretos; hay otras piezas que se llaman historias sonoras, que son cúpulas, entre casco de moto y secadora de pelo con un sistema 5.1, es decir, cinco bocinas y un subbufer, y ahí hay cuatro cúpulas y sonidistas de cine. La idea es que tú te vayas imaginando las historias a través de estos sonidos”, comparte.
Se trata de un ejercicio que busca la reflexión en torno a los sonidos y dispositivos con que estos se producen y se perciben, a través de perturbar al espectador; por ejemplo, la artista instaló un órgano que también funciona con una máquina de escribir, que está programada con las sílabas más usuales de la lengua española, al rededor de mil cien, que fueron divididas en ocho octavas.
El espacio denominado Las bordadoras tiene una función de confesionario, pero es un autómata el que recoge las declaraciones del visitante; Candiani recurre a la caligrafía del graffiti para guardar los secretos que el público entrega a la máquina.
La exposición incluye la adaptación del campanario del recinto, que celebra un concierto de 15 segundos a tres minutos a lo largo del día.
Cerca de 40 personas participaron en el montaje de esta exposición, entre ingenieros industriales, compositores, lingüistas y museógrafos. La muestra permanece hasta marzo de 2013 en el Laboratorio Arte Alameda, lo que antes era el Convento de San Diego y hoy es el escenario de un experimento sonoro que pone al visitante como protagonista del trabajo y no como espectador.
