Hemingway, un clásico de las letras que nació hace 115 años

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En 1918, con tan sólo 18 años, Ernest Hemingway, abandonó su trabajo en el diario Kansas City Star, para unirse a las filas de voluntarios —como conductor de ambulancia— de la Primera Guerra Mundial. Fue herido de gravedad. Esa experiencia marcó el surgimiento del periodista que se convirtió en uno de los más influyentes escritores del siglo XX, quien hoy se celebraría 115 años de su natalicio.

Adiós a las armas (1929) fue el primer texto que Hemingway creó para contar sus experiencias de la guerra. Tras esta obra, el escritor se mudó a París, cayendo bajo la influencia de los escritores y artistas modernistas como el poeta Ezra Pound (1885-1972), el pintor Pablo Picasso (1881-1973), el escritor James Joyce (1882-1941) y la escritora Gertrude Stein (1874-1946).

De estos intelectuales fue influenciado para encontrar su propio estilo; sin embargo, cuando se consagró como escritor, aseguró que Shakespeare fue siempre su influencia. “Lo contenía todo: tragedia y felicidad, aristocracia y plebe, horror y belleza”, indicaba.

Le siguieron títulos como Tener y no tener (1937), Por quién doblan las campanas (1940) y Al otro lado del río y entre los árboles (1950), ésta última inspirada en su amor platónico con Adriana Ivancich una joven de 19 años que conoció en Venecia. Su trabajo comenzó a tener críticas negativas.

Sin embargo, molesto por la poca aceptación de su obra, ya instalado en Cuba, escribe el borrador de El viejo y el mar en ocho semanas, la novela que lo consolidó como un genio de las letras y que le hizo acreedor al Premio Pullitzer en mayo de 1952, por ser considerada uno de los trabajos más importantes de ficción del siglo pasado. “Esto es lo mejor que puedo escribir durante toda mi vida”, indicó el mismo Hemingway.

Se consagró como uno de los gigantes de la literatura. Sus historias de amor y tragedias y su lucha entre el bien y el mal comenzaron a conquistar a los intelectuales, quienes ya no criticaban sus temas, sino su forma periodística de escribir novelas. Aún así, en 1954, obtiene el Premio Nobel de Literatura.

Cuando le comunicaron que iba a ser galardonado con el premio de la academia sueca, declaró a la prensa que sus compañeros Carl Sandburg, Isak Dinesen y Bernard Berenson eran “mucho más dignos de semejante honor”, pero que él con mucho gusto recibiría el dinero.

Se negó a asistir a la cena de premiación en Estocolmo, pero escribió una nota para que la leyera el embajador de Estados Unidos en su nombre: “Las cosas que un hombre escribe pueden no ser inmediatamente captadas, y en esto algunas veces es afortunado; pero eventualmente se vuelven claras, y por éstas y por el grado de alquimia que posea, perdurará o será olvidado. Escribir al mejor nivel, conlleva una vida solitaria. Las organizaciones para premiar escritores mitigan la soledad del escritor, pero dudo que mejoren su escritura…. y si es un escritor suficientemente bueno, cada día deberá enfrentarse a la eternidad o a su ausencia”, indicó.

“Como escritor, he hablado demasiado. Un escritor debe escribir lo que tiene que decir y no decirlo. Nuevamente les agradezco”, agregó el autor de El ganador no se lleva nada para finalizar su discurso.

En Cuba en 1957, recordando sus experiencias en Francia, escribió el texto autobiográfico París era una fiesta, el cual finaliza en 1959. Asimismo, ese mismo año, añadió capítulos a El Jardín del Eden; y trabajó en Islas en el golfo. Las tres últimas fueron almacenadas en una caja de depósito en La Habana, mientras se concentraba en los toques finales de París era una fiesta.

Fue entonces cuando el autor cayó en depresión. No pudo recuperarse.

En 1960, las presiones llegaron a incrementarse en la vida de Hemingway estaba preocupado por sus finanzas, por su seguridad, por sus impuestos, y porque nunca volvería a Cuba para recuperar los manuscritos que había dejado en la bóveda de un banco.

Esa angustia le hizo ser llevado a hospitales constantemente, hasta que se quitó la vida con una escopeta, en 1961, a los 61

años. Sin embargo, su talento lo llevó a que hoy en día su estilo y cada una de sus obras son consideradas un clásico de la literatura universal .

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El viejo y el mar

Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez. En los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. Pero después de cuarenta días sin haber pescado los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente salado, lo cual era la peor forma de la mala suerte, y por orden de sus padres el muchacho había salido en otro bote que cogió tres buenos peces la primera semana.

Entristecía al muchacho ver al viejo regresar todos los días con su bote vacío, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada al mástil. La vela estaba remendada con sacos de harina y, arrollada, parecía una bandera en permanente derrota.

El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas. Esas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces.

Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto.

Fragmento del libro publicado en 1952

Vida: ficción

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