Roma, 1511. Sebastiano del Piombo (1485-1547), un joven pintor veneciano de gran talento, acaba de llegar a la capital. En pocos días pasa a formar parte de la escena artística y sumamente competitiva de la Ciudad Eterna.
En su camino se cruza con Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), quien por entonces estaba consumando la decoración del techo de la Capilla Sixtina.
La larga amistad que mantuvieron los dos maestros de la pintura constituye uno de los capítulos más importantes del Renacimiento italiano. De ahí la gran expectación creada alrededor de la National Gallery, donde, según los expertos, se muestra hasta el 25 de junio “la mejor y más deslumbrante exposición de los museos europeos en primavera”.
Michelangelo & Sebastiano reúne préstamos excepcionales de obras que, desde hace siglos, no se alejaban de sus colecciones. Pero lo que la convierte en única es la correspondencia que se muestra junto a las piezas.
Las cartas que ambos intercambiaron durante más de 25 años no sólo exploran los talentos complementarios y las personalidades divergentes de los artistas, sino que convierten a Rafael (1483-1520) en el protagonista de su inusual y convenenciera amistad.
Según Matthias Wivel, curador de la exposición: “Rafael en aquél momento era otro artista recién llegado que se estaba entronizando como la estrella ascendente entre los mecenas más influyentes de Roma. Miguel Ángel estaba completamente obsesionado con él, hasta un punto paranoide se podría decir, y vio en Sebastiano al único artista de la ciudad cuyas coloridas pinturas al óleo podían competir con las de su rival”.
Fructífera colaboración. Por su parte, Del Piombo se beneficiaría de aquella amistad de forma notable “con los dibujos y las ideas conceptuales de Miguel Ángel”, con quien realizaría proyectos colaborativos de gran originalidad y de una belleza asombrosa. En definitiva, se podría decir que la relación entre ambos comenzó por puro interés, aunque “es cierto que pronto se tomaron mucho aprecio”.
“Sebastiano, por ejemplo, nombró a Miguel Ángel padrino de su primer hijo.
Y desde entonces todas las cartas entre ellos comienzan con ‘Queridísimo compare’ (Queridísimo padrino) lo que demuestra su amistad”, dice Wivel.
La importancia de la exposición radica en ser la primera de esta índole en el mundo y la primera en presentar la obra de Sebastiano en Reino Unido. “Si bien el trabajo pictórico de Sebastiano resultó sumamente apreciado entre los coleccionistas del siglo XIX, éste se ha desviado de nuestra atención debido, en gran medida, a su estrecha asociación con Miguel Ángel, Rafael y Tiziano. Espero que este recorrido arroje una nueva luz sobre un artista realmente original, a la vez que ponga de relieve un aspecto poco conocido de Miguel Ángel”, añade el curador. En la exposición destaca un préstamo excepcional, la Lamentación sobre el cadáver de Cristo, obra conocida también como la Piedad de Viterbo (circa 1512-16), localidad del centro de Italia donde habitualmente está instalada. Se trata de la primera colaboración artística entre ambos maestros, y plasma con elocuencia su visión conjunta. Esta obra constituye el primer paisaje nocturno de gran escala de la historia, y su originalidad radica en la perspectiva iconográfica ya que aparta la figura de Cristo del regazo de su madre. En su momento recibió copiosos elogios y como resultado, Del Piombo obtuvo dos encargos de mucha entidad, ambos culminados con la contribución de Miguel Ángel: la decoración de la Capilla Borgherini en San Pietro in Montorio, Roma (1516-24) y la Resurrección de Lázaro (1517-19).
Con el tiempo, ésta pasó a formar parte del grupo de obras que, en 1824, fundarían la Colección de la National Gallery. Una serie de investigaciones científicas arrojan nueva luz sobre el trabajo respectivo de ambos artistas y parece que la contribución de Del Piombo es más significativa e independiente de la influencia de Buonarrotti de lo que se suponía. Ahora ya se da por sentado que Miguel Ángel únicamente colaboró en las últimas fases de la obra de Del Piombo.
Ambos artistas mantuvieron su amistad, sin embargo, el afecto terminó de forma abrupta tras el regreso definitivo del artista florentino a Roma para pintar el Juicio final en la Capilla Sixtina, supuestamente por una discusión sobre técnicas pictóricas. Sebastiano aconsejó al Papa que la obra debía ser pintada al óleo, pero Miguel Ángel, que prefería trabajar al fresco, respondió que el óleo era “un arte de mujer y de personas cómodas y perezosas”.
[click para ver gráfico
->http://www.3.80.3.65/IMG/mk/infoLR/cul24280317a.jpg]
Amigos y rivales
Roma era el destino natural para buscar la protección y mecenazgo de los Papas. Era también el sitio donde las rivalidades y las competencias entre los artistas era feroz y descarnada. En este ambiente, Miguel Ángel descubre a Del Piombo y comienzan una amistad basada en el interés por destruir a su máximo rival.
Miguel Ángel y Rafael trabajaban en los proyectos mayores del Vaticano, regido por el papa Julio II de 1503-1513. El primero pintaba la Capilla Sixtina, mientras el joven Rafael decoraba los apartamentos del Papa. Rafael acababa de terminar la primera habitación, la llamada Stanza de la Signatura, que incluye la famosa y elogiada Escuela de Atenas, una de sus obras cumbres. Cuando los críticos compararon sus trabajos, elogiaron la imaginación y habilidad de Buonarroti para dar esculturalismo a las figuras, pero declararon que Rafael era mejor pintor porque combinaba técnicas y usaba más sofisticadamente el color.
En la casa de campo del banquero Agostino Chigi, Sebastiano también se quejaba de Rafael. Les habían pedido a ambos pintar un díptico en la misma pared sobre la historia de Polifemo y Galatea, pero Rafael ignoró la escala y perspectiva de Sebastiano. Sin embargo, el trabajo de Del Piombo fue elogiado por el uso seguro e innovador del color.
De 1516 a 1534 Sebastiano se convirtió en el hombre de confianza de Miguel Ángel en Roma y lo ayudaba con bocetos y dibujos en sus comisiones.
Estudios posteriores revelaron que la obra de Del Piombo era más independiente de la influencia del maestro florentino.La muerte de Rafael, en 1520, dejó más comisiones para Sebastiano, incluso las que ya trabajaba Rafael.

