Entrevista con Felipe Ávila

“Se tiene una imagen injusta y falsa de Francisco I. Madero”

El historiador presenta el próximo domingo el libro El padre de la democracia en la FIL de Minería; afirma que después de una investigación, encontró a un personaje con una visión estratégica

Francisco I. Madero, en una imagen que forma parte de la portada del libro.
Francisco I. Madero, en una imagen que forma parte de la portada del libro. Foto: Cortesía|Debate

El historiador Felipe Ávila considera que “se tiene una imagen injusta y falsa de Francisco I. Madero”, a quien en las biografías o historias de la Revolución Mexicana se le presenta como “ingenuo, soñador, espiritista y romántico”. Sin embargo, luego de una exhaustiva investigación, se encontró con un político completamente distinto al que se ha retratado.

“Cuando me puse a investigar, encontré a uno de los mayores políticos que hemos tenido en nuestra historia, con una gran capacidad de análisis, de reflexión, de pragmatismo, de visión estratégica, de carisma, que lo llevó a hacer el mejor diagnóstico de cómo funcionaba el sistema político porfirista, a dictaminar que estaba en una fase terminal y que se tenía que aprovechar esa ventana de oportunidad para contender en unas elecciones y derrotarlo en las urnas, para así dar paso a la democracia”, comentó a La Razón el historiador Felipe Ávila, quien plasmó los hallazgos que hizo en El padre de la democracia. Biografía de Francisco I. Madero (Debate, 2024).

Por lo anterior, recalcó que Madero, “fue un personaje único, por eso tuvo un papel tan relevante en la Revolución, que le permitió llevar a cabo un proyecto de transformación política sin precedentes en la historia política nacional”.

En el libro, el también autor de Los orígenes del zapatismo aborda desde los primeros años de Madero hasta su asesinato el 22 de febrero de 1913, tras ser traicionado por Victoriano Huerta. Se detiene, por ejemplo, en el espiritismo que practicó el llamado Apóstol de la Democracia, pues a partir de éste se puede entender cuáles fueron los móviles que lo llevaron a la política.

“Me parece que a Madero no se le puede explicar cabalmente sin comprender su adhesión al espiritismo, pero hay que entender lo que significaba para él, porque a menudo caricaturizamos al espiritismo con los ojos del presente, pensando que es una práctica esotérica en la que se piensa que se comunica con espíritus. Sin embargo, cuando uno lee los diarios espiritistas de Madero, uno se da cuenta de que era no solamente una alternativa de desarrollo espiritual religioso, sino que era una profunda convicción ética y un compromiso por ayudar a los demás. Es una vocación de servicio y, al mismo tiempo, es una misión en la vida. Eso lo lleva a la política”, dijo.

Sin haber tenido una experiencia previa en la política, Francisco I. Madero logró destacar y adelantarse a su época en un México que veía lejana la democracia.

El padre de la democracia…

  • Autor: Felipe Ávila
  • Editorial: Debate
  • Año: 2024

“Sin tener una formación política, sin haber participado en la política desde su juventud, sin haber muchos antecedentes como los que existían en varios países europeos y Estados Unidos, donde había partidos políticos, sindicatos, grupos revolucionarios, revistas, periódicos donde se discutían muchos de los temas de cómo transformar el capitalismo, cómo hacer una revolución, cómo organizar sindicatos, huelgas, con todas esas carencias tuvo la capacidad de organizar el primer partido político moderno, las primeras campañas electorales verdaderas, la primera defensa del voto, y cuando se le cerraron las puertas, organizar una rebelión exitosa que en seis meses acabó con una dictadura que parecía invencible”, destacó Felipe Ávila.

Sin embargo, también Madero cometió errores que lo llevaron al fracaso. El primero, compartió el historiador, fue que se quedó en medio de quienes veían trastocados sus intereses, la clase pudiente de la que él venía; y de los revolucionarios radicales que consideraban que era necesario un cambio social más profundo y que lo consideraban tibio.

Señaló que uno de sus más grandes desaciertos fue la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, en mayo de 1911, porque aceptó que permanecieran los poderes federales y estatales del sistema porfirista y el ejército, cuyos mandos más altos estaban en contra de Francisco I. Madero.

Presentación del libro

  • Cuándo: 23 de febrero
  • Dónde: Capilla del Palacio de Minería
  • Horario: 19:00 horas

“Lo que aceptó en el pacto de Ciudad Juárez fue lo que le complicó su Presidencia. Cuando los grupos poderosos no aceptaron que se acabara con sus privilegios, que surgieron las rebeliones, los levantamientos en contra de su gobierno; no le quedó más que recurrir al ejército federal, que es el que había derrotado en la Revolución. Sus altos mandos le tenían odio, lo veían como un enemigo, estaban esperando el momento en el que estuviera débil para derrocarlo. No tenía un soporte real, porque quien le permitía gobernar era el ejército enemigo. Ése fue el mayor error”, expresó el autor del libro que se presenta el próximo domingo en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería a las 19:00 horas.