Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 28 de marzo, 1936–Lima, Perú, 13 de abril, 2025) ejerció el oficio de escritor durante más de seis décadas: trayectoria que inicia con el cuaderno de cuentos Los jefes (1959), y transcurre hasta sus más recientes publicaciones El fuego de la imaginación (2022), La mirada quieta (2022) y Un bárbaro en París (2023). Sumario de 64 años avalado por un catálogo integrado por un volumen de cuentos, un relato (Los Cachorros), 10 obras de teatro, 17 novelas, dos cuentos infantiles, un libro de memoria (El pez en el agua), 12 manuales de ensayos y 13 ediciones de sus artículos y reportajes. Perseverante vocación que lo llevó a ser reconocido, entre otros prestigiados galardones (Premio Cervantes, Premio Rómulo Gallegos, Príncipe de Asturias, PEN/Nabokov...) con el Premio Nobel de Literatura 2010.
Significativa obra, sobre todo narrativa, que se categoriza en los siguientes ejes:
Cuentos y novelas que muestran un axiomático y propositivo arrojo estilístico: Los jefes (1959), La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966), Los cachorros (1967), Conversación en la Catedral (1969) y La guerra del fin del mundo (1981).

Recapitulaciones autobiográficas, humor, parodia, erotismo, doble moral castrense: Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977), Elogio de la madrastra (1988), Los cuadernos de don Rigoberto (1997), Cinco esquinas (2016).
Historia, política, el colonialismo en África, examen de la dictadura del general Trujillo en República Dominicana: Historia de Mayta (1984), La fiesta del chivo (2000) y El sueño del celta (2010).
Recurrencia de personajes de otras novelas: intertextualidades internas: Lituma de los Andes (1993) y El héroe discreto (2013).

Otras novelas y textos de temáticas diversas: ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986): lo policial con tintes políticos. El hablador (1987): cosmogonía mítica del Perú en contraposición con la modernidad. El pez en el agua (1993): apuntes autobiográficos: infancia, padre represivo y aspiración presidencial. El paraíso en la otra esquina (2003): Flora Tristán y su nieto: el pintor Paul Gauguin en la búsqueda de sus sueños, sus utopías individuales. Travesuras de la niña mala (2006): historia de amor que se empalma con algunas exposiciones eróticas que hacen referencias a los libros Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto.
Relator dueño de una prosa geométrica y angular de “radical modernidad” (La ciudad y los perros) que ha explorado en los acosos que ha sufrido el hombre frente a aciagas circunstancias y un hábitat desconcertante (La casa verde): indagación de la realidad para develar la imperfección del ser humano, la violencia y las tribulaciones del deseo.

Tres obsesiones: lo militar, la ciudad y las concordias míticas del Perú. Pero, también un análisis de las paradojas de la Historia política latinoamericana y las armazones que definen el modo de vida de sus sociedades. Influencias de las novelas de caballería, Flaubert, Camus y Faulkner en perspectivas múltiples de un fabulador que se despliega en impares empalmes de las voces narrativas, saltos temporales/espaciales y recurrencia de sucesos paralelos.
Novelista de polarizaciones transpuestas en un encadenamiento de límites desafiantes: burdel/convento, selva/ciudad: (La casa verde); reputación/crimen, escuela/cuartel, justicia/represión, rito/crueldad: (La ciudad y los perros); ensueño/realidad: (El Paraíso en la otra esquina); interior/apariencias, odio/amor: (Travesuras de la niña mala); destino/caída, machismo/crucifixión: (Los cachorros) ... Atmósferas suscritas en lo que Vargas Llosa define como “manía de ficción realista”.

Ensayista instigador, penetrante, alusivo: Historia secreta de una novela (1971): develación del proceso de escritura de La casa verde; La orgía perpetua (1975): espléndido estudio sobre el cosmos flaubertiano y Madame Bovary; García Márquez. Historia de un deicidio (1971): ejes del proceso creativo del autor de La Hojarasca: infancia, formación, lecturas, obsesiones, influencias, contextos, imaginario, mundo interior, engranajes discursivos… El novelista peruano se interna en la intrincada selva garciamarquiana y disecciona con mirada aguda, los atracaderos de una obra ineludible. Realidad y fabulación: dicotomía reflectante del creador de Macondo.
Teatro poco divulgado, habrá que destacar La señorita de Tacna (1981): alabanza a los poderes de la imaginación; La Chunga (1986): cinco versiones fantasiosas sobre la desaparición de una sensual joven. Además de las puestas en escena de Los cuentos de la peste, El loco de los balcones y Las mil noches y una noche.
Paréntesis en El barco de los niños (2015): correría del autor de La llamada de la tribu en los espacios de la literatura para jóvenes: texto en que lo fantástico discurre con transparente dilucidación desde las evocaciones de un anciano, el asombro de un niño, el mar, un par de gaviotas, varias mañanas plomizas, nubes blancas y grisáceas y un barco invisible. Retumbos de Las mil y una noches: el niño Fonchito pacientemente escucha en cada alborada, mientras espera el autobús escolar, las breves crónicas de un anciano: “... un buen día y casi al mismo tiempo, cien, doscientos, trescientos, miles de niños y niñas, obedeciendo un súbito impulso, decidieron abandonar a sus familias, huir de sus hogares y lanzarse a los campos para unirse también ellos a la reconquista de Jerusalén” (niños cruzados de 1212), narra el viejo ante los ojos sorprendidos del infante.
Trasiego por selvas de Europa en busca de los Santos Lugares. Única posibilidad de llegar a Jerusalén: que tomáramos un barco que cruzara el Mediterráneo, desembarcáramos en las playas del Medio Oriente y de ahí al puerto de Marsella. “Habla usted como si hubiera estado allí. Como si hubiera vivido las cosas que me cuenta”, exclama Fonchito. Y la narración entra en el universo espectral: ¿con quién conversa Fonchito cada mañana? “Si usted estaba ahí, en ese barco que me cuenta usted sería ahora un fantasma”, inquiere el niño.
Rumbos desconocidos y una historia untada de tristeza: ninguno de los barcos llegó a su destino. El mar Mediterráneo y los piratas griegos, turcos, egipcios, italianos, franceses argelinos, mallorquines y portugueses escoltados por banderas negras con tibia y calaveras que aterraban... La gran mayoría desapareció: subsistieron unos pocos. Influjos de Las puertas del Paraíso, del polaco Jerzy Andrzejewski, y evocación del episodio de los niños cruzados de 1212 recreado por el francés Marcel Schwob en La cruzada de los niños (1896). Deslumbrante relato juvenil.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa ha manifestado una actitud política de centroderecha, de incondicional diligencia liberal con dura crítica a los regímenes totalitarios, sobre todo a la dictadura cubana, y severos cuestionamientos a los procederes impropios de algunas democracias burguesas. Designó al régimen de partido absoluto (PRI) que gobernó a México durante 70 años como una “dictadura perfecta”.
Retumban en mi cabeza pasajes de sus fabulaciones: “Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el futbol y estábamos aprendiendo a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces” (Los cachorros). Y Zavalita y zambo Ambrosio conversan entre cervezas tibias: “¿En qué momento se jodió el Perú, Zavalita?”. Y otra vez la barahúnda en La casa verde: “La Madre Angélica se cubre la boca con un pañuelo, la polvareda crece y se espesa”. Y La ciudad y los perros: “Los rostros se suavizaron en el resplandor vacilante que el globo de luz difundía por el recinto, a través de escasas partículas limpias de vidrio: el peligro había desaparecido para todos, salvo para Porfirio Cava”. Lección de estilo: Cervantes, Dickens, Conrad, Flaubert, Faulkner, Camus en perenne orgía textual.
El pasado es presencia. “El punto de partida de mis novelas es la memoria que se convierte en una imagen muy fértil para fantasear algo alrededor de ella”, ha declarado el autor de La verdad de las mentiras y Le dedico mi silencio. Los cachorros siguen conversando en la catedral entre sabores rancios de aguardiente y cerveza amarga por la destemplanza del resplandor.
Mario Vargas Llosa: la pasión desbordada por la escritura: el descarrío de escribir: el turbado arte de hacer novelas: “la invención de una realidad” (José Miguel Oviedo). “Tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible”: líneas finales del discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura. Diciembre, 2010. Estocolmo.
Monumentos literarios │ Algunos de los libros fundamentales en la obra del autor peruano

