Premio Alfaguara 2025

Guillermo Saccomanno: Hay que escribir con la esperanza en los dientes

El escritor argentino afirma que la novela Arderá el viento no es un relato complaciente, pues pretende inquietar las conciencias de los lectores; una historia que escruta y aturde por la realidad brutal que aborda

El autor, durante la entrevista con La Razón
El autor, durante la entrevista con La Razón Foto›Eduardo Cabrera›La Razón

Hay libros avistados por el desaliento, donde los lectores no encuentran amparo y sólo son testigos de fracturas sangrantes: Arderá el viento (Premio Alfaguara, 2025), del escritor argentino Guillermo Saccomanno (Buenos Aires, 1948), es una novela inquietante que escruta y aturde por la realidad brutal que aborda: cuerpos deteriorados, silencios sociales y una comunidad marcada por signos oscuros. Discurso narrativo alejado de suavidades que muestra y expone verdades desde perturbadoras introspecciones.

Fábula narrativa que desdeña lo lineal y, asimismo, a un protagonista para delinear un tejido de voces (distribución coral) y fragmentos de episodios (afluencia de miradas) interceptados por personajes que entran, se alejan y reaparecen como figuras espectrales de una pesadilla que los une por la sacudida de un derribe moral y físico. Daño impregnado en la ausencia, en lo que desaparece y no regresa. Faulkner, David Lynch, Onetti, Roberto Arlt, Ernesto Sábato y Selva Almada rondan las hendeduras de una codificación ficcional que es un singular atisbo de conformes musicales en pasmoso ritornelo.

Realismo crudo de tensión progresiva en que lo testimonial y lo poético se entrelazan en el logro de una consistencia simbólica desbordada de imágenes en que el viento arde y todo se incendia. La redención camina por la ruta del fracaso, cada gesto de ternura se vislumbra en la fugacidad, cada acto de resistencia está marcado por lo enigmático. Novela sin parábolas ni moralejas: a Saccomanno le interesa narrar el tedio como posible forma de la existencia. Pieza literaria que logra sintetizar con acrimonia “la tensión de vivir en una sociedad en descomposición”, afirma el jurado.

“Apelo a una voz coral, a un ‘nosotros’ que narra la historia de los Esterházy y que señala las llagas y miserias que brotan enmohecidas. Lejos de la distancia que implicaría el uso de la tercera persona, elegí la primera persona en plural para dar testimonio de la cólera apagada y la degradación de varios personajes de esa comunidad. No es un relato complaciente, aparecen tres chicos asesinados, un nene suicidado, un padre vapuleado hasta la muerte, un comisario acribillado y varios perros envenenados. Muchos me acusan de que me gusta incomodar a los lectores, sólo pretendo inquietar las conciencias de quienes se sumerjan en las páginas de la novela”, expresó a La Razón Guillermo Saccomanno, también Premio Biblioteca Breve Seix Barral 2010 por El oficinista.

¿Regreso a ‘Villa Gesell’ de la novela Cámara Gesell, ahora nombrada como ‘la Villa’? Nunca abandoné Villa Gesell; no he retornado, siempre he estado respirando en ese espacio geográfico-literario, pero ahora prefiero hablar de la Villa como territorio ficcional y no de Gesell, lugar real. La Villa es la recreación de un espacio en que urdo mis ficciones. Todo lo que allí ocurre es una metaforización de la realidad en Villa Gesell.

¿Necesidad de crear un territorio propio para sus fabulaciones? Sí, ha sido el sueño de muchos escritores, pienso en Rulfo y su Comala; Onetti y su Santa María; Faulkner y su Yoknapatawpha; García Márquez y su Macondo. Vivir en un pueblo costero como Villa Gesell me ha conminado a prestar atención a las murmuraciones donde siempre he encontrado historias para entretejerlas y llevarlas a ese cosmos espléndido que es la ficción.

¿Apelación al fragmento en una conformación de un estribillo que le debe mucho al jazz? Esos capítulos breves están marcados por un ritornelo donde no hay linealidad sino recurrencia circular. La música ha sido determinante mientras escribía: recuerdo que cuando me trataba, ponía la música de Angelo Badalamenti, compositor de las películas de David Lynch, y la novela tomaba su curso. El jazz en el efecto de la improvisación instrumental ha tenido mucho que ver en la estructura del relato.

¿Una novela sin esperanza o un narrador pesimista? Hay que escribir con la esperanza entre los dientes, en el mundo de hoy las quimeras agonizan. Pienso en John Berger cuando lo dijo. Mi pesimismo tiende a una progresión optimista a pesar de la presencia acuciante de las tendencias derechitas y conservadoras. La literatura no puede cambiar el derrotero incierto del mundo, pero sí ser un fogonazo alumbrando la noche.

¿Relación de México con su obra literaria? Amo a México. Es mi quinto viaje. Mi relación viene tal vez de la adolescencia, cuando me imbuí en la literatura mexicana a través de Carlos Fuentes, con La muerte de Artemio Cruz, que me dejó fascinado a los 16 años. Seguí con Rulfo y con Octavio Paz, autor que genera polémica y eso me conmina a leerlo, ahora aprovecho: leo en los paréntesis de las entrevistas El laberinto de la soledad. No pude terminar Palinuro de México, de Fernando del Paso, pero lo anhelé; sí leí José Trigo y Noticias del imperio.

Arderá el viento
Autor: Guillermo Saccomanno
Premio Alfaguara 
de Novela 2025
Editorial: Alfaguara, 2025
Arderá el viento Autor: Guillermo Saccomanno Premio Alfaguara de Novela 2025 Editorial: Alfaguara, 2025 ı Foto: Especial