A sus escasos 35 años, Iván López Reynoso se convierte en el segundo mexicano en ser nombrado director principal en una casa de ópera en Estados Unidos. De 2025 a 2028 asumirá este encargo en la Ópera de Atlanta.
Para Iván López Reynoso, quien fue director titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y ha sido batuta en las más importantes agrupaciones del mundo, este nombramiento demuestra el talento de la comunidad latina en Estados Unidos y que “el arte y la cultura no tienen pasaporte”, dados los recientes acontecimientos en el aquel país, donde ha habido redadas contra migrantes en Chicago y Los Ángeles.
¿Qué significa para su carrera el nombramiento como director principal de la Ópera de Atlanta? Es un nombramiento honroso que llega para mí en un momento muy especial de mi carrera. Estoy muy consciente de mí mismo como intérprete, como persona, como músico, como ser humano. Estoy muy agradecido con esta extraordinaria oportunidad que me brinda esta casa de ópera con tanta importancia, con una trayectoria espectacular y, sobre todo, una de las pocas casas del mundo que está en crecimiento, en lugar de estar encogiéndose, eso es un gran privilegio.

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- El Dato: Iván López Reynoso ha trabajado con importantes figuras de la talla de Bryn Terfel, Brigitte Fassbaender y Javier Camarena.
¿Cómo recibe este nuevo encargo tomando en cuenta lo que vive la comunidad migrante en Estados Unidos? Creo que es un mensaje muy poderoso. El mejor mensaje que se puede mandar con esto es que el arte y la cultura no tienen fronteras, no tienen pasaporte. Lo más importante es unir a las sociedades a través del arte. Bien lo decía Beethoven en su Novena Sinfonía, “hay que empezar a ser hermanos”, es muy vigente y muy necesario.
Hay un número importante de artistas latinos en puestos de relevancia en EU… Hay un dato superimportante y muy emocionante: otro director latinoamericano fue recientemente nombrado al frente de otra de las más importantes casas de Estados Unidos, la Ópera de Los Ángeles, Domingo Hindoyan, quien es uno de los grandes directores latinoamericanos de nuestros días. No es casualidad que los públicos y los teatros estadounidenses estén buscando y volteando a ver ese talento, ese entusiasmo latino, esa sangre latina que hay en el arte, indiscutiblemente, esa pasión y ese compromiso. La comunidad artística latina tiene la virtud y el privilegio de ser superentregada, con muchísima energía y, eso, al final, se refleja en el escenario.
¿Qué papel jugó su colaboración con la Ópera de Atlanta en Macbeth, una dirección musical que recibió elogios de la crítica? La llave de esta oportunidad y de este nombramiento fue precisamente ese Macbeth que hicimos juntos hace unos meses. Hubo un clic inmediato con la compañía, sentí una afinidad muy fuerte con el equipo de trabajo, con la orquesta, con el coro. Es muy curioso, porque además ésa era la primera vez que yo trabajaba con ellos. Fue, literalmente, un amor a primera vista. Es el más grande privilegio, que tu trabajo guste tanto que a los pocos meses te hagan una oferta de esta magnitud.
La Ópera de Atlanta, en comparación con otras casas, es una compañía joven, ¿qué le gustaría aportar? Es un momento crucial en la historia de la Ópera de Atlanta, porque lo que han logrado hacer en los últimos 10 años, más o menos, es digno de reconocerse, de admirarse y de aplaudirse. Es muy triste cómo los presupuestos de las casas de ópera del mundo en general se reducen y se encogen año con año y, esto es exactamente al revés en la Ópera de Atlanta, que ha logrado colocarse ya dentro del Top 10 de las casas de ópera de Estados Unidos, con mejor presupuesto, mejores elencos y mejores equipos creativos. En la próxima temporada, que será mi primera como su director principal, hay grandísimos nombres: Angela Meade, Juliana Grigoryan, Piero Pretti.
En cuanto a la programación, ¿qué destacaría en comparación con que se está haciendo en otras casas de ópera? Lo que hace Atlanta es ejemplar, porque nos asomamos a unas temporadas recientes con muchísima propuesta, pero también algo muy necesario, el balance. Esta próxima temporada tiene La Traviata, La Bella y la Bestia de Philip Glass, Las bodas de Fígaro de Mozart, Turandot de Puccini, El ocaso de los dioses de Wagner y una coproducción de El violinista en el tejado. Abarca un poco de todo y esa debe ser para mí la función de una gran casa de ópera, atender o incluir la mayor cantidad de públicos posibles.
El inicio de esta nueva etapa será con Turandot. ¿Qué relevancia tiene? Va a ser la primera vez que dirijo Turandot, curiosamente fue la primera ópera que vi en el Palacio de Bellas Artes como público. Fue la primera vez que me llevó ahí mi papá. Es una ilusión inmensa, porque hay una peculiaridad, la primera función de nuestra Turandot se hará el día del cumpleaños 100 de Turandot, que se estrenó el 25 de abril de 1926. Son las mejores “Mañanitas”.
A partir de la experiencia que tuvo con Macbeth, ¿qué percibió del público de la Ópera de Atlanta? Tuvimos ovaciones de pie al término de cada función. Así es que estoy muy contento de sumarme a un proyecto que tiene tal impacto en su comunidad. No debemos olvidar que la cultura es al final un reflejo de su sociedad y tiene que servir de comunicación emocional con su público. Los teatros de ópera tienen la gran responsabilidad de ser los catalizadores de emociones del público. Creo que la Ópera de Atlanta lo está haciendo magníficamente bien.

