La narradora, periodista y poeta Verónica Ortiz Lawrenz (Ciudad de México, 1950) hace cuatro años sufrió un accidente espantoso: cayó de una escalera y su cabeza quedó estrangulada al precipitarse sobre una barda de concreto: se desnucó, lesión de la cual las posibilidades de sobrevivir son mínimas. Proceso de recuperación angustioso: contra todas las expectativas, Ortiz Lawrenz se sobrepuso y se recuperó, después de varias intervenciones quirúrgicas complejas.
No hay plegarias para los descabezados (FCE, 2025): poemario en el que Verónica Ortiz Lawrenz despliega su amor por la vida, desde los hilos de la supervivencia a través de un discurso que explora en las franjas del sufrimiento: trazos introspectivos de las mutaciones de un cuerpo herido en proceso de la cicatrización de las heridas. Treinta poemas distribuidos en cinco apartados inscritos en azares de la exclamación de “Esta larga cicatriz, / entre mi cuello y mis alas”, resalta el texto.
- El Dato: Verónica Ortiz Lawrenz fue directora de la filial de Madrid del Fondo de Cultura Económica en 2019, antes del accidente.
“Hace cuatro años en el accidente mi primera cervical se fragmentó en seis pedazos, mi cabeza quedó suspendida en el aire, no sé todavía cómo no me morí. Las estadísticas médicas afirman que de cada 100 personas que sufren un desnucamiento sólo sobreviven dos. El dolor era insoportable, me sometieron a una operación de emergencia: me atornillaron la segunda, tercera y cuarta cervicales: un ‘árbol de la vida metálico’ que sostuvo mi cabeza durante tres años y meses. Necesitaba escribir sobre eso, de esa experiencia nació este libro donde no hay plegaria para los desnucados”, dijo a La Razón, la poeta.

Ranchonueces, un ballet en el que cabe la tambora
¿Cómo fue el proceso de escritura? Con tenacidad y fe intentaba escribir y me salían estrofas que le dictaba a mi enfermera. Mi movilidad era nula. Escribía y dictaba frases poéticas que fueron conformando el libro. El poeta Arturo Córdova Just me ayudó mucho en largas conversaciones telefónicas. Estos poemas arremetían contra el dolor y la incomodidad. Me di cuenta de la importancia del movimiento de la cabeza: necesario para comer, besar, ceñir, vestirme, mirar a los lados... Así escribí estos poemas entre la dolencia y el anhelo de vivir.
¿Por qué escogió la poesía para plasmar la experiencia del dolor? He hecho radio, televisión; he escrito novelas y también poesía. Esta vez recurrí al verso para conectarme profundamente con la mujer que renació después del accidente. Esta oportunidad de contar toda mi agonía en la recuperación, se reveló en imágenes poéticas. Lo digo en uno de los poemas: “En un segundo estalla mi primera vértebra. / Un muro de concreto es el arma sin filos. / Danzo con los acordes de la muerte. / Los desnucados no vivimos para contarlo”. Estos versos ayudaron a mi sanación y hasta cierto punto, me han salvado.
¿Dolor y amor por la vida? Vivo asediada por el dolor. Acepté que mi cirujano me quitara los fierros. Estoy con fisioterapia para conseguir más movimiento, poder sostener un libro, escribir, amar, besar, abrazar otro cuerpo… El dolor me acompaña constantemente. Ya no es tan fuerte como en los primeros años, pero el dolor me habita. Tengo que vivir encumbrada por ese dolor en el propósito de alcanzar la plenitud. Es el reto que asumo. Me asedia una dificultad psicomotora y la enfrento por el rebosado amor que tengo por la vida.
¿Dolor y erotismo? La sección cuarta del libro está sufragada por el deseo. En un poema pido que me hagan el amor, a pesar del miedo del otro a lastimarme. Mi piel se humedece, quiero caminar sobre el delirio sensual que regresa. En la búsqueda del deseo somos herida en la herida.
¿Después de ver el libro editado cómo se siente? Me siento agradecida de poder compartir la experiencia de mi vida marcada por el azar de un incidente que me puso al borde de la muerte.

No hay plegarias para los descabezados
Autora: Verónica Ortiz Lawrenz
Género: Poesía
Editorial:
FCE, 2025

