Cuando se abre el telón del escenario para presentar el clásico del ballet El lago de los cisnes, el público queda maravillado con la música de Chaikovski. También se sorprende con la belleza que hay en las bailarinas convertidas en cisnes y los impresionantes pas de deux protagonizados por Odette, Odile y el príncipe Sigfrido. Sin embargo, hay un aspecto que pocas veces se ve: la demanda que implica llevar a la escena esta coreografía de Cuauhtémoc Nájera, basada en la original de Marius Petipa y Lev Ivanov.
Hay presión, frustración, cansancio, sudor, una alta concentración y unas ganas enormes de alcanzar la excelencia. Eso es parte de lo que La Razón presenció en uno de los ensayos de la Compañía Nacional de Danza, previo a las funciones que dará el próximo sábado en el imponente Auditorio Nacional de la Ciudad de México.

“Es un ballet muy complejo y siempre te cansas, siempre estresa. Es difícil y lo era hace 12 años, cuando lo interpreté por primera vez; lo seguirá siendo toda la vida. Pero también es hermoso y es un sueño hacer este papel. En el Auditorio Nacional, uno tiene que dejar a un lado todas estas preocupaciones técnicas y de verdad disfrutarlo, porque es un gran regalo de la vida”, dijo en entrevista con este diario la bailarina Greta Elizondo, quien alternará con Ana Elisa Mena como Odette y Odile.

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- El Dato: A las 12:30, los protagonistas son Ana Elisa Mena y Alejandro Hidalgo. A las 19:00 horas, Greta Elizondo y Argenis Montalvo.

A pesar de la experiencia cosechada, Greta Elizondo sabe que una distracción puede arruinar un momento glorioso, como lo vivió durante el ensayo cuando, al tratar de hacer los icónicos 32 fouettes del cisne negro, esos giros rápidos sobre una pierna que tanta admiración generan entre el público, sólo logró 21. Estresada y frustrada, pero también con la presión de las próximas funciones, se detuvo, tomó aire, recuperó el semblante lleno de energía y fuerza que exige el personaje y retomó la coreografía.
Dar vida a Odette y Odile no es fácil, pero también es una enorme satisfacción, porque ambas representan el lado luminoso y oscuro que todas las personas pueden tener.

“Odette en todos sus movimientos, aunque sean casi los mismos pasos, tiene que ser muy suave, lírica, un poco lánguida incluso y, en cambio, Odile tiene que ser mucho más puntual, todo lo que hace más fuerte, con más energía”, afirmó la bailarina.
Para Ana Elisa Mena, hacer el rol de Odette y Odile también es ir a la profundidad de las emociones. “Pienso que, como mujer, interpretar lo bueno y lo malo que hay dentro de cada una, está padre. Mostrarte vulnerable es una oportunidad muy grande y un reto enorme. Hay que ser muy transparente, muy honesta para que la gente lo sienta en realidad”, compartió.
Ana Elisa Mena, también destacó la valentía de Odette.

“Admiro la valentía de Odette al ir contra este hechizo de Von Rothbart y luchar contra el mal por todas sus compañeras”, resaltó.
Dar vida al príncipe Sigfrido también es todo un desafío. Implica una preparación que comienza cuando los bailarines conocen las dificultades técnicas de la coreografía e incorporan ejercicios en sus clases diarias para ir introduciendo a su cuerpo a esos movimientos, compartió Alejandro Hidalgo, quien con Argenis Montalvo alternará como Sigfrido.
En el ensayo se ven todas esas dificultades técnicas, pero también ese pas de deux en el que el bailarín Argenis Montalvo ejecuta con virtuosismo los assemblés que tanto impactan a los asistentes.

En este montaje, la Orquesta del Teatro de Bellas Artes está en vivo y añade más emoción a través de la música de Chaikovski. Las piezas suenan con más vitalidad bajo la dirección de Gavriel Heine, quien durante el ensayo corrige y pide un matiz distinto que le dé intensidad a la ejecución o un tempo específico.
“Siempre que sabemos que va a haber orquesta se nos pone la piel chinita, porque es otra sensación, te vibra el cuerpo”, comentó Ana Elisa Mena.

Para lograr que todo salga perfecto, no sólo los bailarines trabajan arduamente; en los camerinos está el personal que se encarga de ajustar los vestuarios. Cosen con velocidad los tutús de los cisnes, pues conforme pasan los días, las intérpretes van perdiendo peso por el rigor que implica este ballet.
Hay un riguroso trabajo para que cuando el próximo sábado se presenten ante el público, a las 12:30 y 19:00 horas, los bailarines transmitan la magia, pasión, amor y tragedia de El lago de los cisnes. Como bien resaltó Ana Elisa Mena, en este ballet, “no es tanto actuar, sino sentir” para lograr “destellos de felicidad que nacen en el escenario” y se comparten con los espectadores.

