Recibe ovación en el Cervantino

Pompeyo Audivert deja el cuerpo en un arriesgado unipersonal

El director y actor argentino presenta ‘Habitación Macbeth’, en la que da vida a siete personajes de esta obra de Shakespeare; ‘quería transformar mi cuerpo en una suerte de habitáculo de encarnaciones’, comparte

Pompeyo Audivert deja el cuerpo en un arriesgado unipersonal
Pompeyo Audivert deja el cuerpo en un arriesgado unipersonal Foto: Cortesía FIC

En Guanajuato, Guanajuato

El director y actor argentino Pompeyo Audivert asegura que el teatro, además de ser un espejo de la realidad, también debe de repente “apedrear”, sacudir al público. Eso fue lo que logró en el Festival Internacional Cervantino con la obra Habitación Macbeth, en la que no sólo su cuerpo se “transformó en una suerte de habitáculo de encarnaciones”, sino que en muchos momentos dio “golpes” de realidad al público con frases como “para engañar al mundo, actúa como el mundo”, “sonríe, estamos haciendo política”, “la mente de los hombres está educada en el engaño” o “nadie lleva puesta su cabeza en este maldito país”.

Pompeyo Audivert fue a la raíz del teatro, no hubo artificios, su cuerpo fue el instrumento para contar la historia shakesperiana de Macbeth, pero habitando siete personajes: Macbeth, Lady Macbeth, las tres brujas, Duncan y Banquo, en quienes se transformaba en cada gesto, cada entonación y movimiento, dando una cátedra de actuación en vivo en el Teatro Cervantes de Guanajuato.

Se acompañó de música en vivo del compositor argentino Claudio Peña. Con los sonidos del chelo, también ayudó a construir una atmósfera shakesperiana en la que estuvo presente la traición, la ambición por el poder, la locura o la culpa. Pero también lo sobrenatural, los “fantasmas” que atormentan y perseguían a cada personaje.

La iluminación también fue crucial para crear dichas atmósferas o para acentuar la locura de los personajes, como cuando Lady Macbeth sigue alucinando que tiene sangre en sus manos porque la carcome la culpa. Este recurso también le permitió al actor entregar escenas que recordaban al cine expresionista alemán, como cuando su cuerpo encorvado aparecía en una gran sombra, evocando a Nosferatu; o cuando su rostro se tiñó de rojo y estaba dentro de un cuadro, parecía una pintura viva.

El público en todo momento se mantuvo atento, siguiendo la historia y viendo cómo Pompeyo Audivert llevaba al extremo cada interpretación de los personajes, provocando a veces la risa a través de la tragicomedia o la reflexión mediante frases como “el poder nunca vive tranquilo” o “teatro apestoso al que llaman mundo”.

El director y actor argentino Pompeyo Audivert.
El director y actor argentino Pompeyo Audivert. ı Foto: Cortesía FIC

Al representar a estos siete personajes, Pompeyo Audivert también demostró que la traición, la ambición por el poder, la locura o la culpa habitan en cada uno de los seres humanos. Esos múltiples papeles al final fueron esa “pedrada” al espejo, al mostrarnos un retrato de la humanidad que no siempre queremos ver.

Después de una hora y 45 minutos, el montaje terminó y, como pocas veces se ha visto en esta edición del Festival Cervantino, todos los asistentes se pusieron de pie y de manera efusiva le aplaudieron e incluso gritaron de emoción. Una gran ovación en la que también “pusieron su cuerpo” para agradecerle a Pompeyo Audivert haber puesto el suyo.

El actor y dramaturgo creó esta “aventura teatral” durante la pandemia, cuando pasaba la cuarentena en su casa del Mar del Sur en Argentina, porque se dio “cuenta de que el único teatro que quedaba en pie era mi propio cuerpo”.

En esos días aciagos y en los que la muerte tocó las puertas de millones, decidió “pasar a la ofensiva con una vieja fantasía que atravesó toda mi vida de actor, que es la de ser yo solo una obra de teatro, transformar mi cuerpo en una suerte de habitáculo de encarnaciones y llevar adelante una obra en mi propio cuerpo, que mi cuerpo sea un teatro”, explicó a algunos medios de comunicación previo a la función.

Pompeyo Audivert quiso poner de manifiesto no sólo “los asuntos shakespearianos, sino también ciertas cuestiones fenomenológicas del teatro y de la actuación”.

Y es que para el actor y dramaturgo, el teatro “es una máquina que sondea identidad. El actor es también un vector de esa manifestación de la identidad, de la estructura que somos, del ser sagrado que yace lapidado por un espejo atrás de la ficción del yo y detrás de la ficción histórica en términos colectivos. Hay una realidad de otra naturaleza que yace tras el espejo”.

“Pienso que el teatro debe ser un piedrazo en el espejo que rompa esa ficción y nos permita atravesar ese límite que nos hemos impuesto y dar con esa zona metafísica y poética de la que somos fruto perdido en esta dimensión ficcional histórica. El teatro es una forma de volver a casa”.

Pompeyo Audivert reconoció que, de no haber sido por la pandemia de Covid-19, no hubiera tomado el impulso para lanzarse a “esta fantasía desmesurada”. Aunque esa crisis sanitaria nos dejó múltiples pérdidas, por lo menos ayer en el Teatro Cervantes agradecimos que el encierro obligado le permitiera al actor crear Habitación Macbeth.

El público de la Ciudad de México podrá ver este montaje el próximo 27 de octubre de 2025 a las 19:00 horas en el Pabellón del Jardín escénico. La entrada será libre.

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