En Monterrey, Nuevo León - En su obra, la escritora colombiana Yurieth Romero se mueve entre los márgenes que la literatura tradicional ha dejado fuera: las mujeres afrocaribeñas, las personas trans y las voces populares de los barrios. En títulos como La Presidenta y Las visitantes, su escritura rescata la oralidad y el deseo como motores de la resistencia. Durante su participación en la Feria Internacional del Libro de Monterrey, Romero conversó con La Razón sobre la necesidad de romper con los relatos hegemónicos, reivindicar las voces diversas y asumir la incomodidad como punto de partida para escribir desde la marginalidad.
¿Qué te impulsa a darles voz a personajes que han vivido generalmente al margen, como mujeres afrocaribeñas o personas transgénero? Me impulsa mi propia incomodidad personal también como mujer, como parte de este sistema, como persona racializada, que también ha vivido en el borde por circunstancias de contexto y, por supuesto, de género.
También como lectora me interesa poder encontrar libros en donde existan puntos de vista diversos, en donde existan miradas diversas. Creo que la literatura, históricamente hablando, ha sido patriarcal y hegemónica, entonces me interesa poder encontrar diferentes miradas y yo como escritora espero poder ofrecerla.

Bajan producción y venta de libros; enoja a Taibo que cuestionen falta de mujeres en colección
¿Piensas que la literatura tiene una deuda con estas voces? No sé si una deuda, pero sí creo que la literatura global y la latinoamericana responden a una dinámica sistémica que es la patriarcal y, por supuesto, a todos nos atraviesa.
No es una cuestión de que yo no lo sea tampoco, pues todos hemos sido criados, educados bajo un mismo sistema y, por supuesto, respondemos a esa misma dinámica, entonces es normal, entre comillas, que bajo este sistema seamos personas que están en el borde, en la orilla, mujeres, personas negras, diversas sexuales, indígenas, porque no nos hacen parte de la narrativa oficial.
Creo que la narrativa mundial está incompleta sin las voces de las mujeres, de las personas diversas, de las personas negras, de las personas indígenas, y de todas las minorías del mundo. La construcción del relato mundial, regional y nacional, hablando desde Colombia, queda cojo.
¿Por qué el deseo es un tema común y protagonista en tus textos? En mi libro, La Presidenta, que se presentó en la Feria Internacional del Libro de Monterrey, pongo al deseo como uno de los motores más fuertes de la mujer protagonista, el deseo aprendido, el deseo por una familia, por el amor, por ser cuidada, por ser vista, es su mayor impulso.
El deseo de seguir enmarcada en un relato hegemónico, de no salirse de la norma, es la que la lleva a ser visitante de una cárcel, la llevan a soportar diferentes injusticias, violencias de todas las formas, físicas, simbólicas, sexuales, muchas veces.
Creo que a las mujeres cuando nos crían, nos enseñan que el deseo es prohibido, se asocia con lo sexual, y creo que ese discurso ha calado profundamente en nuestros seres, porque viaja a muchas esferas, entonces cuando uno desea éxito, cuando uno desea estudiar, salir adelante, romper esquemas, de alguna manera uno se siente culpable porque no está en el molde establecido y eso se traslada a otros tipos de deseos y, por supuesto, nos oprime y nos encierra en cargos invisibles.
¿Cómo fue el proceso de escribir desde el punto de vista de las personas transgénero? Tengo un personaje trans en Las visitantes y está basado en las experiencias populares que yo conozco y que en mi proceso de investigación para escribir este libro conocí. Muchas de estas reflexiones en torno a las diversidades sexuales se hacen desde una posición de privilegio, desde las ciudades, desde las academias, pero no como desde las dinámicas reales de los barrios más populares de nuestras ciudades.
Este personaje está basado en muchos personajes de la comunidad gay de mi propio barrio en el que yo crecí, basado en una chica trans que conocí siendo visitante de la cárcel de Santa Marta y que lamentablemente asesinaron antes que yo pudiera hablar con ella. Es un libro donde las voces populares de los centros populares son las protagonistas.
¿Qué tan importante fue para ti conservar la oralidad de tus protagonistas en tu obra? Estos relatos están escritos en primera persona porque me interesaba que el ritmo fuese marcado por nuestra forma de hablar y eso sé que podría ser una dificultad para llegar a otro público porque cuando tú lo estés leyendo te vas a encontrar con muchas palabras del caribe colombiano, muchos modismos.
Lo que me interesaba era que quedara plasmado la cadencia con la que hablamos nosotros y que eso fuese lo que marcará el ritmo, que no fuese mi voz sino las voces imaginadas de ellas.
¿Cómo imaginas la literatura afro-caribeña en el futuro? La literatura afro-caribeña del futuro será parte de la literatura universal, no será un apartado más, será literatura universal, escrita por escritores y escritoras negras.
Únete a nuestro canal de WhatsApp. En La Razón enviamos a tu celular lo más importante de México y el mundo. Recuerda que una persona informada siempre tiene La Razón.
JVR

