Berta Kolteniuk presenta una mirada al planeta a partir de la pandemia

La artista plástica Berta Kolteniuk (Ciudad de México, 1958) expone su más reciente trabajo creativo: Ese pequeño punto azul sustentado en pintura, escultura e instalación en el Museo de la Ciudad (Sala Salvador Novo), a través de un diálogo curatorial con Rodrigo Ramírez, en la exhibición de 21 piezas realizadas durante la pandemia. Deliberación pictórica desde una mirada acuciante al mundo que habitamos, una perspectiva del planeta desde el espacio: ‘pequeño punto azul’ que orbita en el universo.

La obra plástica de Kolteniuk se ubica en el contexto de la ‘pintura expandida’: investigación de la pintura misma y de su campo de acción dentro y fuera del bastidor en una exploración del espacio hacia las franjas de lo tridimensional. Según Rodrigo Ramírez, las piezas de esta destacada artista mexicana “se generan como una afectación tectónica —(exterior) corporal— (interior), como respuesta sensible y afectiva a su apertura absoluta del mundo, concebidas como Cuerpo-mundo, sus obras son constelaciones”.

“Somos pequeñas criaturas que habitamos un planeta generoso en naturaleza, que nos da vida y es nuestro único hogar posible, el planeta que debemos cuidar. La pandemia nos ha puesto a todos en el mismo nivel de incertidumbre y afectación, sin importar el lugar, la geografía, la condición social o racial, es una conciencia que nos ha unido en medio de una realidad compleja. Esta exposición surge de reflexiones en torno a nuestra relación con el planeta”, comentó en entrevista con La Razón la pintora Berta Kolteniuk.

¿Muestra que presenta la obra I Can’t Breathe sobre la muerte del afroestadounidense George Floyd? Durante la pandemia sucedió la infame muerte de George Floyd en Estados Unidos, episodio que me motivó a realizar I Can’t Breathe: instalación de 54 pequeños paneles de diferentes tonos del azul al óleo. Un horizonte blanco colocado a distintas alturas, genera un ritmo con la idea de un respiro, como ‘pintar’ el aire y el cielo en todos los tonos posibles.

¿Una escultura interactiva como foco de la exposición? La pieza central, la cual da nombre a la instalación, es una escultura interactiva: esfera cubierta con jiras de pintura acrílica de color azul apostada en el centro de la sala sobre una tarima de madera. Los visitantes pueden hacerla rodar de un lado al otro: breve acción que puede tener mayores repercusiones.

¿El azul y los tonos bajos, alegorías de languidez y de una sensación de clemencia? Lo concibo como referencia a la fragilidad de la vida. Algunas de las piezas producen en el espectador una sensación de ternura. Se aprecia muy bien en la pieza Pangea realizada con pintura acrílica derramada en una paleta cromática de colores sutiles y tonalidades muy bajas en la búsqueda de una vibración fría en diálogo con el blanco.

¿Cómo define usted su trabajo? En el marco de la pintura expandida, mi interés y fascinación por la naturaleza me han llevado a investigar sobre el origen de la vida, las formas biológicas como las células, animales, plantas o planetas: voy de lo micro a lo macro cósmico. Busco la corporalidad y las posibilidades de la materia como una sensación centrada en las relaciones de la pasión-afecto por el mundo. Mi obra nace de una inquietud política que mudo a franjas de la abstracción poética. Lo que pasa en el mundo me aflige: respondo con una pieza.