El último intento, desfile de manías y obsesiones

La narradora Mariel Iribe Zenil (Veracruz, 1983) presenta El último intento (Dharma Books, 2022): cuaderno conformado por diez relatos breves cargados de brío, ímpetu y crueldades en el centro de episodios de la vida cotidiana, esas avenencias ineludibles donde pequeñas eventualidades cubren daños, infortunios y anhelos latentes en fulgores humedecidos por embriagueces, embelesos y delirios.

Historias en que los personajes se autodestruyen desde un imperioso propósito de aferrada lucha por imponer frenesíes turbulentos, los cuales ponen en entredicho el ideal romántico de las relaciones de pareja. La autora apela a lo lúdico para realizar un retrato de las derivaciones que se desprenden cuando intereses y deseos se contraponen en los márgenes de engranajes patentados por rivalidades sujetas a ofuscaciones.

“Estos cuentos reflejan los espacios, los intervalos y los silencios de todas esas impresiones confusas que se bordan en la búsqueda de la comunión y que terminan por convertirse en sufrimiento y angustia, en envites y tendencias maléficas que no podemos soslayar.

Desfile de manías, obsesiones y comportamientos malsanos que convergen con el infortunio de esos espacios íntimos que ocultan vicisitudes terribles”, expresó en entrevista con La Razón Mariel Iribe Zenil, también coordinadora de talleres de escritura creativa.

El cuento primero “La tía Inés”, inicia: “¿De veras quiere que le cuente?”: ¿Por qué esa pregunta al lector? Quise ser cómplice del lector, en el propósito de advertirle de todo lo que va a suceder. Es una historia poco usual que se desarrolla entre los sudores dejados en las sábanas de un hotel de paso, entre los alaridos de la lujuria.

La tía Inés: ¿una mujer provinciana ‘libertina’? Una mujer anticonvencional, originaria de un pueblito, pero arrojada al deseo y a la libertad. Ella vive en un entramado de espejos, las convulsiones eróticas la hacen visible.

¿Uso de la tercera persona narrativa y también de las avenencias del ‘yo’? La mayoría de los cuentos están narrados en tercera persona; pero, quizás en la primera persona es donde mejor están presentados los incidentes más espontáneos, terribles e inesperados: “Cine Veracruz” o “Un recuerdo inolvidable”, por ejemplo.

¿Exploración en las impredecibles alternativas del amor? Hay más que todo una indagación en actos rituales que se relacionan con ensueños, afanes y suposiciones: en “Planes de boda”, viaje por los antecedentes del matrimonio de una pareja, vemos como en ese tiempo se abren las rendijas de los demonios privados del protagonista.

¿Personajes arrebujados por emociones perturbadoras? Parecen personajes atribulados por malestares psíquicos, pero son criaturas que agonizan, un poco ahogadas por las circunstancias reales: sufren por el asedio de alteraciones comunes a todos los seres humanos, espantos que patentan este mundo absurdo, el cual intentamos ordenar para dotarlo de sentido.

¿Relatos con íncipits que atrapan al lector? Asumo el cuento como un breve instante en la vida de los personajes protagonistas. Transitorio tiempo enclavado en el hechizo del lenguaje enlazado con las pretensiones del narrador. El cuento debe atrapar desde la primera línea, de ahí esos comienzos que derivan después en el iceberg de Hemingway.